El PSE acusa a Bildu de cambiar el nombre de la plaza central de la Parte Vieja sin acuerdo
La edil Marisol Garmendia denuncia la colocación de cuatro placas con el nombre de 'Berri', en lugar del oficial 'Constitución'
SAN SEBASTIAN Actualizado: GuardarCuatro placas muy similares a las oficiales de la ciudad, con el escudo del Ayuntamiento de San Sebastián incluido, se han colocado en las esquinas de la plaza de la Constitución, en la parte vieja de la ciudad. En letra blanca sobre fondo azul figura «plaza Berri 1722-2012».
La denominación coincide con la terminología utilizada en el último Pleno por el alcalde Juan Karlos Izagirre, lo que ha provocado las críticas de los socialistas donostiarras, que consideran que la mano del gobierno está detrás de la colocación de estas placas. La edil del PSE Marisol Garmendia, argumentó que, en cualquier caso, Izagirre no ha mandado retirarlas, a pesar de que pueden inducir a error y a que recogen un nombre que no es oficial. La concejala planteará en el próximo Pleno por qué no se ha ordenado la retirada de dichas placas, «que dañan además un lugar catalogado y protegido desde 1984». «Nos preguntamos si no estamos ante una estrategia de Izagirre para imponer por la vía de los hechos el cambio de nombre de esta plaza. ¿Será la Real Sociedad la siguiente a la que querrán cambiar de nombre por el tinte monárquico y porque no les gusta la palabra 'real'?»
Garmendia fue dura con esta cuestión y recordó que los gustos personales del alcalde «son irrelevantes». Recordó, eso sí, que si es su deseo cambiar el nombre de la Consti, puede iniciar un procedimiento que acabaría su tramitación en el Pleno.
«Lo que no vale es hacer de su capa un sayo y hacernos comulgar con sus criterios por la vía de los hechos consumados. Esta plaza, la Consti, es uno de los lugares más queridos para los donostiarras y nadie puede cambiar su nombre sin consultarlo».
Las falsas placas contribuyen también a dudar a personas que no conocen la ciudad y que se encuentran con los dos nombres colocados en los pilares de la plaza cuando se acercan a este lugar de la Parte Vieja. Porque aunque en otras calles de este barrio se han colocado otros carteles con denominaciones antiguas, ninguna pretende ser ni siquiera similar a las placas oficiales.
¿A qué se debe la fecha 1722 que aparece en las placas falsas? Es el año de la construcción de esta plaza que, como el resto de la ciudad, fue destruida por el ataque y el incendio de 1813. Se le llamó plaza Nueva y, una vez reconstruída en 1817, mantuvo su denominación.
En 1820 vuelve a ser bautizada, esta vez con el nombre de plaza de la Constitución, en alusión a la carta constitucional de Cádiz de 1812, a la llamada 'la Pepa', que estaba llamada a acabar con el absolutismo monárquico. «Por si Bildu e Izagirre tiene dudas, debe saber que la denominación no se refiere a la actual Carta Magna que, por cierto, es la que le permite ser alcalde de esta ciudad».
Los avatares de lugar tan céntrico no acaban ahí. En 1937 el nombre no es del agrado del régimen franquista, que decide bautizarla como plaza del 18 de julio, fecha del levantamiento militar y el golpe de Estado. La denominación no tuvo demasiado éxito popular, los mayores siguieron llamándola la Consti, y el nombre volvió a colocarse en sus arcos en julio de 1979. Desde entonces mantiene esa nomenclatura y nadie ha iniciado ningún trámite para modificarla.
«Vamos a exigir explicaciones sobre esta cuestión en el próximo Pleno», adelantó ayer Marisol Garmendia.
La vida de una plaza
El doctor Camino cuenta que en 1722 se hizo esta plaza, comprando y derribando los edificios que componían las calles Embeltrán y Amasorrain que se hallaban en aquel lugar. En la ficha del propio Ayuntamiento se recuerda que la plaza se ejecutó siguiendo los planos de Hércules Torrelli, autor también de lo que se llama Casa Concejil, el antiguo Ayuntamiento.
Todos los edificios fueron construidos por cuenta del Ayuntamiento que los vendería durante 1810 debido a los problemas causados por la Guerra de la Independencia. El incendio de 1813 acabó con ella y la reconstrucción se hizo según los trazos de Ugartemendía.
Propietarios y Ayuntamiento tuvieron que reunirse para dirimir reclamaciones y quejas. De aquellos encuentros surgió que el Consistorio podría disponer de los balcones para venderlos al público cuando se celebraran corridas de toros con muerte, aunque el propietario podría reservarse lo que se llamó el balcón torero, una ventana o medio balcón. La suscripción popular fue de 53.000 reales y, a diferencia con la anterior, se colocó al mismo nivel que el resto de calles.