Los laberintos de Cristina Iglesias
El Reina Sofía revisa la trayectoria de la escultora en la mayor retrospectiva dedicada en tres décadas a la artista donostiarra
MADRIDActualizado:Laberintos, pozos, pasajes, estancias, habitaciones, cavernas, hoyos, refugios, chamizos y marquesinas. Son los espacios para la emoción, la experiencia y la indagación que conforman 'Metonimia', la muestra de Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) en el museo Reina Sofía. Es la más amplia dedicada nunca a la obra de la creadora donostiarra, la más internacional de nuestras escultoras, con piezas repartidas por espacio públicos y museos de todo mundo.
Es un viaje por tres décadas de retos, ambiciones, logros, dudas y certezas de una creadora de amplio registro que no deja de plantear preguntas. Una aventura plástica que arranca en los años ochenta del siglo pasado en la que conviven las texturas y formas más opuestas, de la contundencia del cemento, el acero o el bronce, a la transparencia del vidrio y la ligereza del agua. Un ejercicio de tensión donde la geometría más ortodoxa, el cubo, el rectángulo o el ángulo recto, se confrontan o conviven con las sinuosas y sensuales formas orgánicas que recrea los caprichos de la naturaleza.
En estos años Cristina Iglesias no ha hecho sino librar una feliz y amistosa batalla con el espacio, sirviéndose en la misma proporción de "la intuición y la reflexión" y dejando que el azar aporte lo suyo a la elaboración de las piezas. "Todo lo que hago es crear lugares para la experiencia, no doy mensajes” resume la artista. Ha reunido medio centenar de piezas bajo un título que alude a la parcialidad de la muestra. Y es que no se pueden exhibir las grandes piezas para espacios públicos y naturales repartidas por enclaves como el fondo marino de la Baja California, la jungla brasileña o las plazas de grandes urbes europeas y americanas. Piezas de las que la muestra ofrece referencias documentales.
Contemplando con perspectiva la treintena de piezas que sí están en el Reina Sofía confirma Iglesias "que mis preocupaciones eran las mismas al principio de mi carrera que ahora". Aunque la respuesta formal a esas inquietudes "ha ido variando". Sigue usando la arquitectura "como metáfora" e inspirándose en la literatura para diseñar sus celosías. Unos espacios que permiten al espectador interactuar y pasear por la delimitación espacial que ella construye con estructuras de arcilla, cemento, madera o de hierro dulce trenzado en unas tiras que recuerdan al esparto.
Escala
"Es una obra siempre sensible al espacio que ocupa, maleable, que jamás se comporta como un monstruo rígido", dice una domadora de espacios capaz de dotar de ligereza a un techo de cemento de varias toneladas o a una pared de cemento reflejada en un espejo, o una marquesina de acero y translucido alabastro.
La escala también ha variado sensiblemente a lo largo de su trayectoria. Ahora está más comprometida con las grandes piezas para espacios públicos. Como las fuentes escarbadas que ha diseñado para Toledo. Estarán en el corazón de la ciudad de las tres culturas, como la plaza que se abre entre la catedral gótica y el ayuntamiento de estilo herreriano. Allí abrirá Iglesias una de su cuatro fuentes toledanas, con lechos de ramaje orgánico horadado que recuerdan a sus conocidas puertas de la ampliación del Museo del Prado y que simbolizarán "el fluir de las diferentes culturas que convivieron allí".
Con este entramado de ramaje boscoso juega en otras pieza fundamentales de 'Metonimia' como la 'Habitación vegetal' de 2005 o 'Hacia la tierra', de 2011, hito y corazón de esta muestra. Es una fuente de varias toneladas, de interior de bronce y exterior de granito negro que hizo para la bienal de Sídney, que la ha cedido y donde debe regresar. "El flujo y el reflujo del agua impiden que la obra permanezca fija en u estado particular", explica la artista, que juega con la misma idea en otras tres ‘pozos’ de estructura semejante que se exhibe en el patio del edificio de Sabatini. Su interior es otro laberinto, también vegetal, formado con hojas, raíces y barro esculpidos en bronce que permiten que el agua discurra y originen distintos sonidos según la intensidad del caudal.