MUNDO

Nuevo aniversario atómico en Irán

Asfixiado por las sanciones internacionales, el país festeja los 34 años de su revolución

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La república islámica vive inmersa en los diez días de fiesta que conmemoran el triunfo de la revolución hace 34 años, los diez días que transcurrieron entre el regreso del exilio del imán Jomeini y la caída definitiva de la monarquía. Los fastos se iniciaron el jueves a las 9.33, la hora exacta en la que tomó tierra el vuelo de Air France que trajo al ayatolá desde París quince años después de su salida del país, y concluirán el próximo domingo con la habitual ceremonia multitudinaria en la plaza Azadi de Teherán. El último discurso de Mahmud Ahmadineyad -no puede presentarse por ley a una tercera reelección en los comicios que se celebrarán el 14 de junio- intentará dar alguna sorpresa a los ciudadanos, aunque en esta ocasión una filtración de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) ha adelantado el posible regalo que el dirigente ultraconservador guardaba para la ocasión.

Pese a las fuertes sanciones internacionales y al bloqueo de las finanzas el programa nuclear avanza y la república islámica estaría en disposición de poner en funcionamiento «nuevas centrifugadoras IR2m en la planta de Natanz donde se enriquece uranio al 5%», según la carta que Teherán envió el día 23 de enero a la agencia con sede en Viena, a la que ha tenido acceso Reuters. Según los expertos, este modelo permitiría a los científicos iraníes enriquecer uranio a mayor velocidad de la que les permitía su anterior modelo IE-1, de los años setenta.

Un paso más adelante y una nueva sorpresa atómica con motivo del aniversario revolucionario, como ya ocurrió el año pasado con un triple anuncio sobre la capacidad de enriquecer uranio al 20% y fabricar las barras de combustible con las que funciona el reactor médico de Teherán, el estreno de 3.000 centrifugadoras también en Natanz, y la puesta en marcha de la central de Fordó, oculta en las montañas próximas a la ciudad sagrada de Qom. Progresos que la república islámica subraya en todo momento se realizan bajo la supervisión directa de la AIEA, cuyos inspectores no han logrado hasta el momento pruebas sobre el posible carácter militar del programa iraní.

A la espera de que Ahmadineyad confirme la instalación de estas nuevas centrifugadoras de última generación la respuesta de la comunidad internacional no se ha hecho esperar y la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, aseguró que «esto solo servirá para aumentar las dudas sobre el uso exclusivamente pacífico que dicen quieren hacer de la energía nuclear». Francia y Reino Unido también se apresuraron a calificar esta posibilidad de «señal negativa» ante la vuelta a la mesa de negociación que podría producirse en las próximas semanas.

Desde Estados Unidos parece que Barack Obama busca moderar el tono de sus relaciones con Irán durante su segundo mandato y su vicepresidente, Joe Biden, hizo un llamamiento para retomar estas negociaciones porque «creemos que hay tiempo y margen para la diplomacia, secundada por una presión económica», declaró ayer en Munich, donde participó en la Conferencia de Seguridad. Los nombramientos de John Kerry como secretario de Estado y Chuck Hagel en Defensa han sido acogidos con cierta esperanza entre los dirigentes iraníes, aunque nadie baja la guardia ante el que siguen calificando como 'Gran Satán'.

Efecto de los embargos

Lejos de las negociaciones y las centrifugadoras, los ciudadanos de a pie sufren una crisis económica sin precedentes en la historia de la república islámica. El mismo día que los medios recordaban el aterrizaje de Jomeini en el aeropuerto de Mehrabad y su primer discurso en el cementerio de la capital, el rial caía a mínimos históricos. En las calles de Teherán se cambia un dólar por 40.000 riales, un 80% más que hace un año. El régimen de los ayatolás basaba su economía en la exportación de un petróleo cuya compra está vetada desde julio por EE UU y la Unión Europea, que además han cortado cualquier tipo de operación internacional con los bancos nacionales. El objetivo final es presionar al régimen para que detenga el enriquecimiento de uranio, algo a lo que las autoridades se han negado de manera firme en todo momento.

A la presión en los bolsillos, los ciudadanos suman la represión de las fuerzas de seguridad que, según los medios opositores, han endurecido las medidas de control para evitar que se repitan los incidentes de las elecciones de 2009. La reelección de Ahmadineyad estuvo marcada por la polémica y cientos de miles de iraníes se echaron a las calles provocando una oleada de protestas en todo el país.