China se ahoga
La polución dinamita la escala de medición y causa graves problemas, pero hay firmas que hacen el agosto
DELHI.Actualizado:A primera vista, puede que enlatar aire fresco no parezca un gran negocio. Pero en China puede serlo. Lo ha demostrado el multimillonario Chen Guangbiao, que acaba de lanzar este nuevo producto en tres 'sabores' diferentes: 'Tíbet puro', 'Taiwán post industrial' y 'Yan'an revolucionario'. A 5 yuanes (60 céntimos de euro) la lata, se las quitan de las manos. Y no hay más que visitar alguna de las principales ciudades del país para entender el porqué: los ojos escuecen, la garganta se irrita y el ánimo se encoge con el plomizo gris que lo envuelve todo. China se ahoga en su polución.
Las estadísticas recogidas el mes pasado en la capital, Pekín, demuestran la gravedad de la situación. En las últimas semanas, la concentración de partículas nocivas en el aire -las que tienen un diámetro inferior a 2,5 micras- ha superado en varias ocasiones el límite de la escala, situado en 500, que multiplica 20 veces el máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, el pasado día 12, los aparatos de medición situados en la azotea de la Embajada de Estados Unidos dieron una lectura cercana a 900, una cifra inédita en la ciudad. Y, según datos oficiales, ese día Pekín fue solo el séptimo núcleo urbano más contaminado del país.
Con una avalancha de pacientes con problemas respiratorios en los hospitales y grandes problemas en el tráfico aéreo, el Gobierno, por fin, reconoció que era mejor quedarse en casa. Aseguraron los líderes comunistas que lo que hacía falta es que corriese un poco de viento, pero las mediciones han demostrado que ni siquiera el dios Eolo es capaz de echar una mano. En enero, con brisa o sin ella, solo cinco días se salvaron de la etiqueta 'peligroso'.
Según diferentes estudios, 16 de las 20 ciudades más contaminadas del planeta están en China, y solo un 1% de las principales ciudades del país disfruta de aire considerado saludable por la Organización Mundial de la Salud. Hace un lustro, el Banco Mundial estimó en un controvertido informe que 750.000 personas mueren de forma prematura en China a causa de la contaminación y la situación empeora.
Cierre de fábricas
Así se entiende que, al menos en Pekín, las autoridades hayan decidido poner en marcha medidas drásticas para tratar de paliar la situación. Concretamente, esta semana han decidido el cierre temporal de más de un centenar de fábricas y la retirada de las calles de un tercio de los automóviles oficiales. También se retirarán de la circulación 180.000 vehículos viejos que contaminan mucho más que los modernos -podrían suponer hasta un 10% de las emisiones- y se plantarán árboles en 350 kilómetros cuadrados. Pero todo apunta a que no será suficiente para alcanzar el objetivo de reducir en un 2% la concentración de partículas peligrosas este año.
Porque China continúa dependiendo del carbón como fuente energética -desde 2000, el país ha duplicado la generación de electricidad-, y la demanda siempre se dispara en invierno. El actual está siendo uno de los más fríos de la historia, así que, con el crecimiento económico ganando ímpetu, parece poco probable que la capital china recupere aquellos añorados días azules de los Juegos Olímpicos. No en vano, en 2008 había en Pekín algo más de 3 millones de vehículos, mientras que ahora son ya 5,18 millones. Y el gigante asiático consume ya el 47% de todo el carbón que se quema en el planeta y concentra el 87% del crecimiento de la demanda de este mineral.
Claro que no a todos les preocupa esta situación. Hay algunos que, como Chen Guangbiao, están haciendo su agosto. Que se lo pregunten a 3M, la empresa cuyas mascarillas se han agotado en Pekín, o a los fabricantes de purificadores de aire. Una de esas empresas, Yuan Da, reconoció al diario británico 'Financial Times' que en enero ha vendido 3,5 millones de unidades por Internet, un incremento brutal si se compara con el millón de purificadores que colocó en octubre.
El mundo de los líderes
Lo más curioso -e indignante para muchos chinos- es que las máquinas más caras y potentes, que rondan los 4.500 euros cada una, están instaladas en el complejo gubernamental de Zhongnanhai. «Que no os sorprenda que los líderes no hagan nada contra la corrupción, porque ellos viven en un mundo de aire puro», criticaba un usuario de Weibo, la red de microblogs más extensa de China. «Una vez más, quienes no podemos comprar un purificador y tenemos que salir a la calle, somos los que nos dejamos la vida», respondía otro.
Consciente de que la contaminación y las protestas cada vez más violentas que provoca en algunos casos son un elemento de desestabilización social, el Gobierno promete planes y más planes para atajarla. Pero no podrá cumplir su palabra. El crecimiento económico todavía está ligado, en gran medida, a la industria pesada. Y su modernización todavía llevará tiempo. Claro que los chinos siempre pueden consolarse pensando que hay alguien que tiene un problema todavía mayor: India.