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análisis

Rajoy planta cara al acoso

Ni el presidente ni su partido se quedarán quietos ante el acoso mediático que, según todos los indicios, ha orquestado Bárcenas con algunas confusas complicidades

ANTONIO PAPELL
MADRIDActualizado:

Rajoy ha salido al fin a la palestra, tardíamente pero con contundencia. Y ha transmitido un doble mensaje: de un lado, él está limpio y no son ciertas las acusaciones que lo señalan como receptor de dinero negro; de otro lado, ni él ni su partido se quedarán quietos ante el acoso mediático que, según todos los indicios, ha orquestado Bárcenas con algunas confusas complicidades.

Es plausible esta respuesta comedida y airada al tiempo, que se echaba en falta desde que comenzó a publicarse el alud de informaciones que sugiere una financiación irregular del partido gubernamental; sin embargo, no todas las dudas han quedado despejadas. Es francamente verosímil que Rajoy no participó en el reparto de sobres que se ha denunciado del puño y letra de Bárcenas, pero ya no lo es tanto el resto del discurso, que no ha incluido pruebas que contrarresten todo el acervo informativo conocido.

Primeramente, no parece realista separar radicalmente la "cuenta privada" de los 22 millones de euros de la financiación del PP por la sencilla razón de que Bárcenas ha sido durante dos décadas tesorero de dicho partido y ha recibido personalmente el gran caudal de donaciones anónimas. En segundo término, ya era notorio que la contabilidad B que se ha publicado tenía claros síntomas de manipulación, de maquillaje, por lo que la inveracidad en algunos apuntes no significa necesariamente que toda ella sea desechable. De la comparecencia se ha obtenido, en fin, una certeza mayor sobre la incontaminación de Rajoy pero no ha quedado todavía claro el alcance de las tramas confusas y corruptas, porque no hay que olvidar que Bárcenas estuvo estrechamente vinculado con la red Gürtel, que ha infiltrado en varias direcciones a la dirección popular.

La exhibición de las declaraciones de la renta y patrimonio que ha anunciado Rajoy contribuirá relativamente al esclarecimiento de los hechos pero no resultará un elemento de juicio definitivo ya que el dinero negro, si ha existido, es por su propia definición indetectable fiscalmente. De ahí que la única claridad concluyente habrá de desprenderse de las investigaciones judiciales: la Audiencia Nacional, que descubrió las cuentas suizas de Bárcenas, y la fiscalía anticorrupción deben completar sus trabajos para que el escándalo se clarifique definitivamente. Todo ello al margen de que previsiblemente no haya cesado la filtración de elementos probatorios a los medios: si hubo recibís y se publican, todo el panorama podría cambiar súbitamente.

Rajoy ha asegurado que todo este escándalo no conseguirá torcer la ejecutoria del gobierno, y ello resulta tranquilizador, pero no puede descartarse que, a medida que avance este asunto en sus vías política y judicial, el propio líder conservador tenga que acometer personalmente una depuración que puede revelarse imprescindible. No es creíble que todo, o casi todo, haya sido una simple fabulación cuando quedan, objetivamente emplazados en sus hornacinas judiciales, tantos elementos que enclavan un oscuro episodio de corrupción a gran escala.