Bernard Arnault, en la sede de la compañía en París. :: ERIC PIERMONT / AFP
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Bélgica ganará mil millones si concede la nacionalidad al magnate Arnault

El francés, dueño de Moët Hennessy-Louis Vuitton, busca instalarse en el país ahuyentado por el impuesto a los ricos de Hollande

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Bélgica empieza a calcular los beneficios de otorgar la nacionalidad a Bernard Arnault, el magnate francés propietario del imperio del lujo Moët Hennessy-Louis Vuitton (LVMH). El jefe de la comisión parlamentaria encargada de las naturalizaciones estimó ayer que las arcas públicas podrían recibir la friolera de 1.000 millones de euros. En sintonía con otras grandes fortunas galas, el dueño de LVMH descubrió las ventajas fiscales belgas coincidiendo con los planes de François Hollande de aplicar una tasa del 75% a las rentas más altas. Pese a que el caso de Gérard Depardieu ha resultado más llamativo, Arnault le sobrepasa en impacto político y económico porque se trata del hombre más rico de Francia y Europa.

Con una fortuna cercana a los 30.000 millones, el magnate del lujo inició el pasado septiembre los trámites para conseguir la doble nacionalidad franco-belga. Los primeros informes oficiales apuntaban a que la nueva ciudadanía le sería denegada, pero no parece todo perdido. George Dallemagne, presidente del comité de naturalizaciones en el Parlamento federal, sugirió que debería tenerse en cuenta la variable económica a la hora de examinar el expediente de Arnault. «Sería conveniente saber si desde un punto de vista financiero este proceso podría ser útil a Bélgica», subrayó. Según sus cálculos, el multimillonario aportaría 1.000 millones solo con el Impuesto de Sucesiones que gravaría su herencia.

La cantidad resulta todavía más sorprendente si se compara con las cifras vinculadas a la sexta reforma del Estado que se desarrolla actualmente en Bélgica. Dado que Arnault tiene fijada su residencia en una acomodada comuna de Bruselas, los 1.000 millones se quedarían en la capital. Ante esta situación, la ciudad ganaría más con la inyección del multimillonario que con los recursos previstos en la nueva vuelta de tuerca a la descentralización del país. El Partido Socialista, que gobierna en coalición, no tiene tan claros estos beneficios. André Frédéric, diputado en el comité de naturalizaciones, tachó de «indigno» que se ofrezca la impresión de que otorgan la nacionalidad «al mejor postor».

Las razones por las que Arnault, de 63 años, ha pedido el doble pasaporte siguen siendo confusas. Los expertos recuerdan que con la residencia en el país es suficiente para disfrutar de las ventajas fiscales. Se especula con que planea una inversión en un sector sensible -banca y energía, por ejemplo- con su amigo Albert Frère, uno de los hombres más ricos de Bélgica. También se insiste en que ya ha trasladado buena parte de sus negocios desde Francia y quiere blindar la «unidad» de su imperio en caso de «muerte accidental». La última teoría sostiene que la nacionalidad belga es la puerta a Mónaco, un territorio vetado a las fortunas francesas.