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«Emilia, te perdono»

Pilar, la dueña de la tarjeta que usó una joven para comprar comida y pañales, se suma a la petición de indulto. «Al principio sentí rabia... pero la cárcel es una barbaridad»

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Un hilillo de arena dentro de un reloj simboliza la vida de Emilia Soria. Por esa cascada se escurre su felicidad. Una histérica cuenta atrás. Tiene doce días de margen, algo menos de dos semanas para ingresar en prisión, para ver cómo se mustian sus sueños detrás de unos barrotes fríos. Su delito fue robar. Pero robar por necesidad. Un carro atiborrado de comida y pañales para sus dos niñas, un alivio para ellas de 193 euros, los que pagó con la tarjeta de crédito que encontró en la calle, un aparente golpe de fortuna que significó lo contrario.

Emilia chocó con una cartera en Requena, un pueblo vinícola del interior de Valencia, el 24 de mayo de 2007. Una tentación irresistible para una familia en apuros. «Llevaba tres años sin encontrar trabajo y lo hice por necesidad, para alimentar a mis hijas». Se marchó a Utiel para no encontrarse a algún conocido y allí hizo acopio de víveres y pañales para sus pequeñas. La cajera no contrastó los datos con el DNI y coló la compra. Le pareció tan fácil que repitió. Y ahí le echaron el lazo.

Esta joven de 27 años –22 y varias cornadas de la vida ya por aquel entonces– asumió su error. «La Guardia Civil me llevó a declarar y lo reconocí todo. Me tomaron declaración y nunca más supe de ellos. Hasta hace nueve meses». Ya se creía a salvo. Había enderezado su vida. Encontró a otro hombre. Tuvo otra niña. Iba tirando. Sin lujos, pero sin la angustia que ahora le quita el sueño, que hace que le pique todo el cuerpo, que no pare de rascarse. Hasta que la justicia llamó a su puerta. «Me dijeron que no vinieron a por mí porque no me encontraban. ¡Pero si no me he movido de Requena desde que nací!».

La condena por un delito de falsificación de un documento mercantil y otro de estafa fue de un año y diez meses, y otra de seis meses. Más de dos años, el empujón hacia el trullo. ‘Canjeó’ los seis meses por trabajos sociales, por menear la escoba a las seis de la mañana, cuando el frío hiela las orejas en Requena, y esquivar la cárcel.

De plató en plató

Volvió a creerse libre y volvió a atragantarse con otra noticia aviesa. «Ahora dicen que no, que no me descuentan los seis meses y que debo entrar en prisión». Y empezó la lucha. De plató en plató. La ‘blackberry’ echando humo. Un quejido tras otro. Reclama justicia. Su caso, por una coincidencia cruel, salta a la vez que se produce el indulto de un conductor kamikaze que se llevó por delante la vida de un joven no muy lejos de Requena. Su sentencia permanece irrevocable mientras la corrupción asalta los periódicos. Un día y otro, y otro más.

Y ahí que aparece Pilar, la dueña de la tarjeta de crédito que ‘planchó’ Emilia. Y proclama su otra sentencia. «Emilia, yo te perdono». No siempre fue así. Al principio sintió «rabia e impotencia» por el desfalco y por el engorro de anular y renovar las tarjetas. Pero la causa de Emilia, que fue sumando adeptos, nuevos quejidos contra la justicia vista como injusticia, entró en casa de Pilar, una aparejadora de Bétera (a unos 60 kilómetros de Requena, al norte de Valencia) que ahora se encuentra en paro. La víctima escuchó su arrepentimiento y se le ablandó el corazón. «He hablado con ella. Me parece que la pena es desproporcionada con lo que ha hecho. Es una barbaridad».

Los hechos tienen accesorios. Emilia ha tenido tres hombres en su vida. «El primero, con el que empecé con 14 años, era alcohólico y me pegaba mucho». Ahora tiene una orden de alejamiento que le proporciona a Emilia 426 euros, los únicos ingresos en la familia. «Con el segundo duré seis años. Hasta que dejé de quererle. Y el tercero, con el que me casé, ya está cinco años conmigo». Cada uno le dio una hija. La última, Samira, tiene dos años y medio. Las otras dos, Katy (nueve años) y Montse (siete), ya han hecho preguntas. Las dos obtuvieron respuestas que alimentaron sus miedos. Como el de Katy, que al conocer el inminente destino de su madre le preguntó: «Mamá, ¿y allí en la cárcel te podrás duchar?».

El caso, después de ser aireado todo lo que ha podido, ha caído en las manos solidarias de Jorge Albertini, un abogado especializado en arrancar indultos. «Posiblemente tengamos respuesta hoy o el lunes», advierte esperanzado. A su causa se han sumado miles de personas, casi 135.000, que han querido firmar la petición de indulto a través de la página Change.org. Hay nombres reconocibles: Julia Otero, Lolita, Pilar Rahola, Ivonne Reyes o Miguel Ángel Revilla, el expresidente de Cantabria que también ha enviado una carta al ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, pidiendo que revoque el castigo.

Emilia también mandó una carta, pero al Rey. Le pide ayuda. Por ella, pero sobre todo por sus tres hijas. Porque cada día que despierta es un día menos para ingresar en prisión. Porque ese hilillo llega a su fin. Porque no para de picarle.