PAN Y CIRCO

LA INCULTURA DEL PATROCINIO

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Este domingo un gaditano como Juan Carlos Barcala, a quien ayer tuve el gusto de volver a entrevistar, fue proclamado como el mejor jugador de la Copa del Rey de voleibol, que ganó con su club, el CAI Teruel, uno de los referentes nacionales de los últimos años en este deporte. Una disciplina en la que no hace mucho tuvimos la oportunidad de contar con un equipo señero, el CV Puerto Real, que firmó una gran temporada en la máxima categoría pero que tuvo que desaparecer por no contar con recursos económicos para subsistir.

El mismo problema de siempre. La lacra que durante años ha tenido que soportar todo deporte que no mueve masas en nuestra provincia.

Y no es cuestión de que estemos sufriendo una dura crisis económica porque la realidad es que en Cádiz nunca ha existido una apuesta de verdad por ensalzar un proyecto deportivo serio. La cultura, o mejor dicho, la incultura del patrocinio que soportamos en nuestra tierra nos lleva a ver como la mentalidad del empresario que dispone una parte de su dinero para invertirlo en algún club deportivo es la de 'echarle un cable a los chavales', entre los que, por lo general, tiene a algún familiar directo. En estos lares, sobrevive el que tiene un amigo bien situado, el que 'se busca las papas', pero parece imposible que la iniciativa privada (ni hablar de la pública) vaya a volcarse alguna vez para que en esta provincia llena de encanto podamos disfrutar, por ejemplo, de un equipo como el campeón de Copa de voleibol, que representa a una Teruel cuya provincia entera supera por muy poco en población solamente a la capital gaditana, o de otro como, por apuntar otro caso, el Burela, en la máxima categoría del fútbol sala nacional (un deporte del que Cádiz históricamente ha sido exportador de grandes talentos) y que tiene como principal patrocinador a una mediana empresa de la zona como Pescados Rubén.