El PSC cierra la crisis con sanciones a los cabecillas del sector soberanista
Los socialistas catalanes aprovechan la convulsión provocada por los cinco diputados díscolos para acelerar su renovación ideológica
BARCELONA. Actualizado: GuardarEl Partido de los Socialistas de Cataluña cerró ayer, con una multa de 400 euros para cada uno de los cinco parlamentarios díscolos, la crisis que desataron el miércoles pasado los diputados del sector catalanista que se negaron a cumplir la disciplina del grupo y evitaron votar en contra de la declaración soberanista aprobada por CiU, ERC, Iniciativa y CUP en el Parlament.
Aunque hay sectores que abogan por la expulsión de los cinco disidentes, Ángel Ros, Rocío Martínez-Sampere, Marina Geli, Joan Ignasi Elena y Núria Ventura, todos ellos adscritos al ala más catalanista, la dirección del PSC ha decidido «pasar página» a un incidente «grave» y «lamentable» y finalmente no tomará medidas disciplinarias adicionales para tratar de preservar la maltrecha unidad de la formación.
El PSC cumple este año 35 años -nació de la fusión de tres partidos: dos catalanistas y la federación catalana del PSOE- y nunca hasta ahora había estado tan cerca de saltar por los aires hecho añicos. El músculo electoral se encargó durante lustros de mantener el matrimonio de conveniencia. En los comicios generales, donde el PSC repetía votación tras votación su supremacía en Cataluña, impulsado por el votante metropolitano que daba su apoyo al PSOE, pero también en las municipales, donde los socialistas controlaban las principales ciudades, como Barcelona, Badalona, Hospitalet, Gerona, Lérida, Cornellá, Sabadell o Tarrasa. Pero desde que el PSC perdió su poder electoral en las generales y en las locales -ya no gobierna ni siquiera en Barcelona- y, especialmente, en las autonómicas (ahora es tercera fuerza), la guerra abierta entre las familias se ha desatado con toda crudeza.
La guerra viene de lejos, pero comenzó a amenazar con la ruptura desde la salida por la puerta de atrás de Pasqual Maragall como candidato a la Generalitat (en 2006) y su sustitución por José Montilla. La división entre ambas corrientes es seria y va más allá de las personas. Es una crisis de «fondo», según la calificó ayer el portavoz del PSC, Jaume Collboni. El enfrentamiento de las dos almas -la catalanista y la autonomista- necesitará mucho tiempo para cerrarse, si llega a hacerlo.
De momento, el PSC trata de ganar tiempo y se ha dado un año para «renovar», «reconstruir» o «reformular», según un documento interno de la formación, su proyecto político, que irá puliendo en diferentes convenciones. Se descarta un congreso extraordinario, pero las diferentes convenciones convocadas, que el próximo sábado aprobará el consejo nacional del partido, harán las veces de cónclaves casi refundacionales.
La dirección busca hacer un esfuerzo de «síntesis» de las diferentes sensibilidades para «poner el acento en lo que compartimos» y evitar nuevas escisiones, como la que protagonizó en otoño de 2012 Ernest Maragall, que ha creado un partido que apuesta por Cataluña como un nuevo estado europeo. Los Tura, Castells, Geli, Nadal, Ros, Elena, Bonet y demás dirigentes del ala catalanista no han seguido (de momento) al exconsejero de Educación, pero están hoy por hoy más cerca de él desde el punto de vista ideológico que de la dirección del PSC. Especialmente en el debate sobre la autodeterminación de Cataluña.
Derecho a decidir
Los catalanistas, buena parte de ellos dirigentes de Lérida o Gerona, a diferencia de los autonomistas, que tienen su zona de influencia en el área metropolitana de Barcelona, apuestan por el derecho a decidir desde la idea de que Cataluña es un sujeto jurídico soberano, lo mismo que dice la declaración de CiU y ERC. Abogan por distanciarse del PSOE y no están muy lejos de los postulados nacionales que defiende CiU.
El PSC ha puesto nombre a las cuatro convenciones -democracia, socialdemocracia, federalismo y Europa-, aunque en realidad los temas que hoy hacen saltar chispas entre los socialistas son el encaje en el PSOE, el encaje de Cataluña en el resto de España y el debate sobre las primarias. El sector oficial, el menos catalanista, que representa a un 75% del partido, que lideran Pere Navarro y Antoni Balmón en Barcelona y José Zaragoza desde el Congreso, se afana en no levantar muchas ampollas con el PSOE, en tratar de frenar la sangría del voto más autonomista del PSC y puede que también en no perjudicar la carrera de Carme Chacón hacia la Moncloa.