Sin milagros en el Villamarín

Diego Costa no es Falcao. Pero el brasileño está encadenando varias actuaciones que le han elevado como uno de los mejores del Atlético de Madrid que está deslumbrando este año. En el partido de vuelta de cuartos de la Copa volvió a aparecer ante la ausencia de su compañero colombiano y acabó con cualquier esperanza de milagro bética. Rápido de mente y de piernas, preciso en el pase y con voluntad de dinamitar un duelo sin riesgos, Diego Costa solo debió esperar a su oportunidad para el premio. Ocurrió al final de la primera parte, cuando un despeje de la rocosa defensa atlética cayó a la espalda de Amaya. En medio de las dudas entre portero y zaguero surgió el brasileño para anotar a puerta vacía.

La estocada enfureció a los béticos. En toda la primera parte no habían rematado entre los tres palos de Courtois y un error les alejaba a cuatro goles de la clasificación. El mal trago detonó una discusión en el camino a los vestuarios y otra actitud para la segunda parte. Desde entonces los de Pepe Mel intentaron adelantar posiciones y el choque se animó. Del juego en corto, de control y de presión de la primera mitad se pasó a más espacios, posiciones más adelantadas y algún destello de futbolistas ya sin tensión.

Resultaron los únicos momentos entretenidos para los espectadores y duraron hasta que Simeone decidió echar el cerrojo. El técnico retiró a Diego Costa y Arda Turan para dar entrada al Cebolla Rodríguez y Raúl García y aseguró a cal y canto una faceta defensiva que solo hincó la rodilla con un penalti en el último minuto del partido. Un éxito escaso para el Betis, uno de los equipos más alegres de la Liga. En teoría, el guion será distinto en semifinales, donde el Atlético se topará con un conjunto más dado a resguardarse: el Sevilla.