El jurado condena por asesinato al hombre que mató a su tía en 2011
Pasadas las dos de la madrugada, el tribunal entregó un veredicto de culpabilidad contra Agustín Pérez, que espera ahora la sentencia
Cádiz Actualizado: GuardarCulpable de asesinar a su tía y de intentar un homicidio sobre su madre. Ese fue el veredicto que entregó el jurado popular por unanimidad al magistrado-presidente del tribunal al filo de la medianoche. La vista oral contra Agustín Pérez, de 33 años, único acusado por la muerte de Sofía Sastre y de la grave agresión que le propinó a la hermana de la fallecida, se cerró dos días antes de lo previsto. La sesión de ayer se prolongó desde las 10.30 horas hasta pasadas las 02.00 horas. Tan sólo había una duda que despejar, ya que la autoría de los hechos estaba clara: si el procesado sufrió alguna alteración mental el 27 de marzo de 2011. Los peritos zanjaron el debate, negando en su declaración esa posibilidad y el jurado así lo ha estimado también por unanimidad.
La Policía lo tenía claro cuando detuvo a Agustín Pérez Sastre horas después de matar a su tía aplastándole la cabeza a pisotones e intentarlo con su madre. Su negativa a prestar declaración, a someterse a las pruebas toxicológicas que acreditaran un consumo de drogas previo a los hechos o su nula voluntad de ser asesorado por un letrado formaba parte de la estrategia de un delincuente con numerosos antecedentes y, por tanto, mucha experiencia en los juzgados. Y esa teoría la asumió ayer el fiscal en la última jornada del juicio por el crimen ocurrido en un piso de la calle Barbate. Para el Ministerio Fiscal esa actitud del acusado sólo buscaba algún resquicio a su complicada situación procesal. «No quería que las pruebas toxicológicas confirmaran la verdad y no pudiera escudarse en esta razón para justificar lo ocurrido».
Todas las pruebas, incluido el testimonio de su madre que lo señala como su agresor, anclan la acusación sobre Agustín. Ni su abogado defensor puso en duda este punto, sino que basó toda su argumentación en cuestionar si su cliente estaba en sus cabales cuando mató a su tía hasta aplastarle la cabeza. Sólo pudo esgrimir como prueba las palabras de la madre del procesado, que aunque reconoció que su hijo la había intentado matar y que salió huyendo de casa aterrorizada y con un brazo fracturado por dos partes, salió en su defensa al describirlo como una persona que estaba fuera de sí esa aciaga noche, que días antes había tenido un comportamiento extraño y que al agredirla ni le miraba a la cara. «Era una máquina de matar. Un robot».
Un testimonio que quedó en entredicho cuando pasaron por la sala los médicos y psicólogos forenses que exploraron al procesado. Todos coincidieron en su actitud negativa y de rechazo a ser entrevistado por los especialistas. Sin embargo, la pericia profesional les permitió ir dibujando su perfil, complementado con el historial médico. Así conocieron que nunca había sido tratado en un centro de salud mental; que durante los seis meses posteriores a su detención no había necesitado asistencia en la cárcel por el síndrome de abstinencia ni mostró ningún comportamiento extraño pese a que le aplicaron el protocolo de prevención de suicidios. El único medicamento que pidió en ese tiempo fue un Ibuprofeno (analgésico).
La puntilla la pusieron por un lado, uno de los psicólogos al asegurar que el acusado respondió a un test para que identificara una serie de síntomas que pudiera sufrir y llegó a señalar la mayoría de ellos, incluso siendo incompatibles. El perito explicó que ante esas respuestas sólo cabían dos conclusiones: que el procesado tuviera algún retraso mental o que mintiera. Descartado por los especialistas la minusvalía psíquica, «esas respuestas en psicología forense se entienden como una simulación de la verdad».
Por otro lado, otra de las forenses subrayó en su declaración cómo Agustín pudo recordar perfectamente durante la entrevista que mantuvo con él las cantidades de droga que había consumido supuestamente antes de los hechos, «pero no se acordaba del resto. Eso no tiene lógica alguna».
Tras la lectura del veredicto, el fiscal no modificó su petición inicial de 30 años de prisión y que se prorrogue la prisión condicional mientras el magistrado redacta la sentencia. El jurado, por su parte, se ha expresado contrario a que el Gobierno conceda cualquier tipo de indulto al condenado.