Cuando menos medicina equivale a más vida
Las actividades preventivas innecesarias cuestan unos 22.500 millones a las arcas públicas
MADRIDActualizado:Una pregunta simple e importante fue el detonante: por qué. Esas dos palabras son las que espetaron Juan Gérvas y Mercedes Pérez cuando el pediatra les aconsejo, allá por la década de los setenta, que su recién nacido tenía que dormir bocabajo. El galeno les dijo a los padres primerizos y colegas -ambos han sido muchos años profesores de Medicina- que esta práctica era buena para evitar las muertes súbitas de los bebés. El matrimonio, entonces, volvieron a preguntar en qué informes se basaban para aconsejar esta práctica. Ante la falta de una contestación argumentada, hicieron caso omiso. "Años después se ha confirmado que dormir boca abajo provocó miles de muertes súbitas", comenta el profesor Gérvas.
A partir de este momento, los dos profesores comenzaron a poner en duda muchas de las prácticas comunes de muchos compañeros de profesión y los consejos que, en general, se dan para llevar una vida más saludable y evitar enfermedades tan habituales como la gripe. Todas las autoridades sanitarias recomiendan que se vacune contra la influenza. En cambio, la mejor manera de prevenir es lavarse las manos. “Es una práctica tan sencilla que hay que recalcar. La gripe se pasa sobre todo a través de los pomos de las puertas, de las cosas comunes que tocamos con las manos”, explica Gérvas, quien señala que las vacunas han perdido su “inocencia” para convertirse en un simple asunto comercial. Las armas contra el rotavirus también es la higiene personal y un uso apropiado de antivirus; la vacuna del papiloma humano es experimental “y el final puede ser desastrosos”.
Los dos profesores han ido recopilando información y puntos de debate en ‘Sano y salvo’ (Los libros del Lince) donde recopilan sus, en algunos casos, controvertidas ideas. Como, por ejemplo, las ecografías. “En sistemas de salud muy ricos como Noruega, que tiene la mejor política sanitaria del mundo y de apoyo a la mujer, le ofrece a las futuras madres una o ninguna ecografía durante su embarazo. Se supone que si quiere tener una por saber el sexo del niño”, argumenta Gérvas, quien avala esta afirmación un estudio publicado en The New England Journal of Medicine. “Los obstetras y la población se sorprenden, pero es que no hay beneficios”, indica este exprofesor de Medicina en la Universidad de Valladolid. Y es que los autores analizan los pros y los contras, la balanza de beneficios-perjuicios que tienen algunas actuaciones y consejos.
Vivir eternamente
Los autores sostienen que hay un gasto ineficiente sanitario en torno al 30% del presupuesto de todas las administraciones, lo que equivale a 30.000 millones. “Un dinero que se podía utilizar para prevenir los dientes, que en España lo tenemos muy abandonado”, dice Gérvas. Y tres de cada cuatro euros de despilfarro (22.500 millones) corresponden a actividades preventivas innecesarias, como hacer pruebas genéricas que no tienen ningún sentido desde el punto de vista científico, como los programas de cribado de cáncer de ovario. “Las citologías y las mamografías producen más daños que beneficios pues muchísimos cánceres diagnosticados y tratados nunca disminuirán la salud de la mujer, ni producirán la muerte. En la búsqueda de un bien se produce mucho mal. Es sano el deseo de la mujer de estar sana, pero muy insano lo que se recomienda a las mujeres para prevenir y evitar enfermedades en sí mismas”, añade la doctora Pérez.
Los dos profesores recalcan que no están en contra de las pruebas necesarias, pero sí de todas las pruebas médicas que se podían evitar. “La culpa no es de los médicos, sino de todos. La población quiere vivir joven y eternamente y eso no puede ser”, reflexiona Gérvas. “La gente acaba creyendo que la muerte es un fracaso de la Medicina y no es así. Es el final para todos”, comenta el profesor invitado en la Escuela Nacional de Sanidad. Además, recalca que el poder de los médicos está en cambiar la forma de muerte -“ya nadie muere de tétanos en España”- y en proporcionar una vida mejor. “La gente puede vivir con una enfermedad o con cicatrices sin que no pueda dejar de disfrutar de la vida. Es una pena que en la perfección sanitaria se pierda mucha vida”, comenta uno de los autores del libro.