El mismo presidente pero otro Obama
La economía y el control de las armas aguardan al mandatario, que vuelve a jurar hoy en el Capitolio
NUEVA YORK.Actualizado:El presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, llegó ayer a la Casa Blanca con una chuleta en la mano. Son solo 37 palabras las que necesitaba decir para tomar juramento al presidente de Estados Unidos, pero hace cuatro años se equivocó y hubo que repetir el acto público y multitudinario al día siguiente y en privado. Esta vez, ambos se miraron a los ojos y reprodujeron cuidadosamente las palabras que dan legitimidad al mandatario, según el pedazo de papel que Roberts no dejó de consultar. «¡No lo estropeaste, papi!», le aplaudió al oído su hija pequeña, Sasha, cuando Obama se acercó a darle un beso. «No, lo conseguí», sonrió.
La ceremonia podría parecer rutinaria pero tiene su peso. Durante 224 años, Estados Unidos ha traspasado el poder democráticamente sin pegar jamás un solo tiro. Algo que le separa de la mayoría de las naciones del mundo. De ahí el carácter conmemorativo que obliga hoy a repetir la ceremonia ante las masas.
El hecho de que el día previsto en la Constitución, el 20 de enero, cayera en domingo convierte a Barack Obama en el segundo presidente que jura el cargo el día de Martin Luther King -antes lo hizo Bill Clinton-, y en el número 17 que ha repetido mandato. Pero probablemente es el único que ha tenido que asumir cada mandato en dos ocasiones.
Obama juró el cargo para otros cuatro años al filo del mediodía (18.00 horas en España). A primera hora de la mañana, su vicepresidente, Joe Biden, se había empeñado en que presidiera el acto la primera mujer latina que ha llegado al Supremo, Sonia Sotomayor, que nada más pronunciarse el juramente corrió a tomar el tren a Nueva York, donde presentaba sus memorias.
«Cuando pienso en nuestra infancia (la de ella y la de Obama), me pregunto cuál de los dos veía más improbable de pequeño lo que está pasando», confesó. Esta hija de puertorriqueños tomando juramento en el cargo al vicepresidente de EE UU o el afroamericano convertido en presidente y por segunda vez. Sotomayor no supo contestarse. «Los dos casos eran impensables», concluyó.
Puestos a soñar, algunos especulaban ayer con los sueños de Biden, que nunca ocultó sus aspiraciones presidenciales. El exsenador por Delaware se ha presentado dos veces a la candidatura del Partido Demócrata. Ahora que Obama ya no puede aspirar a un tercer mandato su propia nominación sería lógica. Solo le separan de ella sus 70 años y las aspiraciones de Hillary Clinton, a la que el partido y el país le deben la oportunidad de convertirse en la primera mujer presidenta.
El error de Biden
El clan de 120 familiares, amigos y personalidades políticas que arropó ayer a Joe Biden durante el juramento, a las 8.20 horas en el Observatorio Naval de Washington, parece dispuesto a apoyarle en lo que decida. La noche antes, su hijo Beau, fiscal general de Delaware y exveterano de Irak, tuvo que llamarle la atención sobre un error: en una de las fiestas que celebran la apertura del segundo mandato presidencial, había dicho ante la delegación de Iowa -que abre la elección del candidato a presidente- lo «orgulloso» que estaba «de ser el presidente de EE UU». Biden se corrigió rápidamente y añadió con una sonrisa: «Ahí queda eso».
Anticipar las próximas elecciones a esta distancia parece tan fútil como tratar de predecir la agenda de Obama. Una de las grandes lecciones que aprende todo presidente es que no tiene control sobre ella. El primer presidente afroamericano ha fallado en el cálculo de su segundo mandato. El mandatario al que los hispanos de EE UU han aupado hasta la presidencia -el demócrata logró un 71% de los votos de esta comunidad- les había prometido cumplir esta vez la promesa que les debía desde la campaña anterior. La reforma migratoria iba a presidir la agenda de Obama para este segundo mandato, hasta que un joven con problemas abrió fuego en un colegio de primaria de Newtown (Connecticut).
Ahora, el presidente ha prometido dar todo lo que tiene en la batalla para el control de armas. Un asunto tan controvertido que puede acabar con el enorme capital político amasado en la campaña de reelección.