pan y circo

Derbi de cantera

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Llega el derbi a Carranza en un momento en el que al Cádiz solo le vale ganar. Enfrente los de Agné tendrán a muchos hijos de la cantera cadista dispuestos a darle otro golpe a la moral amarilla. A nadie se le puede olvidar que esos jugadores que hoy tienen al San Fernando en ascenso vistieron la elástica amarilla y que por una u otra razón a lo largo de los tiempos nadie les brindó la oportunidad ni les dio la confianza necesaria para triunfar en casa. Es cuestión de filosofía. ¿O acaso Juanse o Germán no tendrían sitio en este Cádiz? Jugadores que pueden volver a sacarle los colores al equipo de Carranza que lleva años mirando para fuera y obviando lo de aquí. Las urgencias siempre han tapado el trabajo de base o, más bien, ha sido la excusa para no dar minutos a los canteranos.

El domingo se jugará un partido entre hermanos, que debe estar lejos de rivalidades absurdas. El entendimiento en la grada debe ser bueno, cordial, que estamos muy cerca como para llevarnos mal. No tiene sentido. En vez de ponernos zancadillas, lo lógico es que todos nos ayudemos, aunque cada uno luche por sus intereses a muerte en el rectángulo de juego. El cadismo recibirá de forma hospitalaria a sus vecinos, pues no puede esperarse otra cosa de una afición que es modélica en España. Y es que los colores azul y amarillo se llevan muy dentro en la ciudad. Tanto que incluso en los lugares más insospechados encuentras un escudo cadista. O si no que le pregunten al doctor Julio Sancho, que en el trabajo magnífico, cercano e incombustible que lleva a cabo con todo su equipo, Mimi, Juani y compañía, recibe a los niños que vienen a este mundo con un gorro de quirófano con el escudo del Cádiz. Ahí, el recién nacido ya tiene escrito su destino. El de sufrir con el amarillo y azul toda la vida.