Ariño destroza a Hungría
España corrige sus errores y reacciona en la segunda parte, y luchará por la primera plaza del grupo ante Croacia
Actualizado:Un chaval de 19 años, Aitor Ariño, se convirtió en el arma secreta de la selección de Valero Rivera para derrotar con autoridad y contundencia a la poderosa Hungría de Lazslo Nagy. Si de baloncesto se tratase, la valoración de Aitor Ariño le colocaría como MVP de la jornada, y si de fútbol se tratase recibiría un 10 en las anotaciones. Pero esto es balonmano, y del mejor del mundo. Y Aitor Ariño se marchó a su casa con la pena de haber errado dos lanzamientos y la satisfacción de haberse comido literalmente a Hungría.
Dos selecciones que se conocen a la perfección y dos entrenadores que preparan con cuidado sus partidos poco pueden sorprenderse, pero sobre la cancha las situaciones de la pizarra no se trasladan con la misma fidelidad. Y ahí los magiares dieron primero. Desde el primer ataque de los 'Hispanos' se vieron las intenciones de sus rivales. El cambio obligado en el balance defensivo, con Sarmiento y Aguinagalde dejando su puesto a las torres Guardiola y Viran Morros, fue aprovechado una y otra vez por los húngaros para poner en evidencia la rapidez de los de Valero Rivera. La defensa española no llegaba a asentarse, a colocarse en su sitio, y a partir de ahí los húngaros movían con tal velocidad el balón que desarmaban con más facilidad de la prevista el castillo español. Además, Laszlo Nagy, la gran amenaza magiar, se movía a sus anchas y encontraba siempre el bloqueo adecuado para poder elevarse y lanzar su portentoso martillo. Y si no veía sitio para lanzar encontraba enseguida a sus extremos para finalizar las jugadas. El marcador se movió siempre en igualdad, pero merced a su velocidad, Hungría se marchó incluso con dos goles de ventaja.
España amagó con una defensa 5-1 y enseguida Lajos Mocsia, pese a ir por delante en el marcador, decidió pedir un tiempo muerto para cambiar su estrategia. Y ahí las cosas empezaron a torcerse para el equipo húngaro. El ataque español no había estado especialmente fino y las jugadas se resolvían o bien por la calidad individual de Sarmiento o por el juego combinativo de Alberto Entrerrios. Aguinagalde se encontraba excesivamente controlado con un marcaje férreo tanto de los húngaros como de los colegiados, que apenas le pitaron un par de faltas a favor y sin embargo varias faltas en ataque.
Pero en un partido tan igualado cualquier detalle es crucial. Y en esta ocasión las exclusiones permitieron a España, que ya jugaba con Antonio García dando descanso a Entrerríos, que el marcador no se fuese más allá de los dos goles de desventaja. Había que volver a igualar el partido antes del descanso y Valero Rivera optó por la defensa mixta sobre Nagy. Y colocó a Ariño, el joven jugador júnior que es el más joven de todo el Mundial, a controlar a una de las estrellas del balonmano mundial. Y el niño se doctoró. En los minutos que faltaban de la primera parte demostró que está perfectamente acostumbrado a esta labor de perro de presa. Y que además le sobran ojos para controlar el juego, ofrecer ayudas a sus compañeros e incluso montar el contragolpe. Y las ventajas de diluyeron hasta el 14-14 del descanso.
Con calma, infranqueables
El camino ya estaba marcado. Inutilizar a Lazslo Nagy suponía dejar sin líder a un equipo que aún no sabe sobrevivir sin la dirección de su estrella. Csaczar no volvió a salir y fue Lekai el encargado de llevar el choque de 5 contra 5 mientras Ariño (19 años, 185 cm y 75 kilos) se encargaba de sujetar sin problema alguno a Nagy (31 años, 208 cm y 113 kilos). Y es que, además, la pasada campaña, Lazslo Nagy entrenó en infinidad de ocasiones con el joven jugador del Barcelona.
No hubo color en la segunda mitad. España tomó enseguida el mando. Hungría se convirtió en puros nervios y la defensa española demostró, que con calma, bien asentados, se convierte en infranqueable. Y además, contó con la inestimable colaboración de un Sterbik que, como siempre, detuvo los lanzamientos en los momentos clave del partido.
Y es que a pesar de que España se mostraba superior, no logró hacer efectiva esa superioridad hasta bien avanzado el segundo tiempo. Porque el portero húngaro Tatai, que había sustituido a Mikler al cuarto de hora de partido, se convirtió en el mejor jugador húngaro. Además, en esta segunda mitad, España jugó mejor las superioridades y comenzó a sacar mínimas ventajas.
En ataque Maqueda no estaba especialmente fino y Valero Rivera apostó por colocar a Montoro y dar descanso a Entrerríos por Antonio García. Y también dejó en el banquillo a Ariño en ataque, sustituido por Ruesga, para que pudiera estar fresco a la hora de secar a Nagy. Y lo que no había funcionado en los partidos anteriores se convirtió en un auténtico reloj suizo, o en una orquesta sinfónica. Primero Ruesga, luego Antonio y después Montoro dieron el paso adelante que exigía el entrenador y machacaron sin descanso el portal de Tatai. Y es que Lajos Mocsai también decidió dar descanso a Nagy, lo que España aprovechó para marcharse tranquilamente en el marcador.
Hungría se quedó clavada en los 20 goles durante casi diez minutos y España se llevó el triunfo que le llevará el sábado a luchar por la primera plaza del grupo ante Croacia. Sin lugar a dudas un excelente partido de la selección, que supo reaccionar y corregir sus defectos a la vez que encontrar el talón de Aquiles de su rival.