Obama busca dejar una huella profunda en la Historia
El mandatario jurará de nuevo el cargo el próximo 21 de enero
MADRID Actualizado: GuardarEl próximo 21 de enero Barack Obama volverá a jurar el cargo de presidente de Estados Unidos ante la cabeza rectora del Tribunal Supremo de ese país, John Roberts. Arrancará así oficialmente su segundo mandato, cuatro años más para dejar su huella en la Historia y para demostrar que los electores no se equivocaron cuando el pasado 6 de noviembre decidieron mantenerle al frente de una nave que encara múltiples retos, entre los que se encuentra el asentamiento de una por ahora tímida recuperación económica, el desafío nuclear iraní y el aparentemente irresoluble conflicto en Siria.
¿Qué Obama se verá de aquí a 2016? ¿El político dubitativo partidario de agotar las negociaciones hasta el último minuto que perdió buenas oportunidades en pos del bipartidismo durante sus primeros dos años en la Casa Blanca? ¿El rehén de una intransigente mayoría republicana en la Cámara de Representantes que vio maniatado su campo de acción en los dos años posteriores? ¿O el líder resuelto a aprovechar el respaldo obtenido en las urnas para llevar a buen puerto las promesas que le auparon al Despacho Oval que parece atisbarse tras los comicios de noviembre?
Difícil dar una respuesta a esta interrogante, pero de que emerja una u otra figura dependerá el lugar que Obama ocupará en los libros. Por ello su equipo no perdió ni un minuto tras conocer el veredicto de las urnas y se puso inmediatamente a la tarea de preparar el segundo mandato.
Equipo remozado
Un trabajo que ya ha empezado a cristalizar en la configuración de un nuevo Gabinete en el que sobresale la entrada, en calidad de secretario de Estado, del hasta ahora senador por Massachusetts y antiguo candidato presidencial John Kerry, quien afronta la difícil tarea de relevar a una de las jefas de la diplomacia estadounidense más populares de todos los tiempos, Hillary Clinton. La elección de Kerry era obvia, una vez apartada de la carrera la embajadora ante la ONU, Susan Rice, a raíz de las críticas desatadas sobre su actuación en relación al ataque al consulado en Bengasi. Menos previsible, y más polémica, ha sido la designación del exsenador republicano Chuck Hagel como secretario de Defensa, puesto en el que tomará el testigo de Leon Panetta con el desafío de comandar el Pentágono en tiempos de restricciones económicas. La tibieza del apoyo prestado por Hagel a Israel y su oposición a la guerra de Irak han minado su respaldo en el campo republicano, lo que puede dificultar su confirmación por el Senado, pero el presidente aprecia su experiencia militar -combatió en Vietnam, donde se hizo acreedor de dos Corazones Púrpura- y su independencia de criterio, que le llevó a enfrentarse a su propio partido.
El equipo de seguridad nacional contará con otra cara conocida aunque en un nuevo puesto, John Brennan, responsable durante el primer mandato de Obama de la estrategia antiterrorista del país y que es el escogido para remplazar a David Petraeus en la CIA. Jack Lew, hasta ahora jefe de Gabinete de la Casa Blanca, regirá el Departamento del Tesoro tras la salida de Timothy Geithner.
Siempre la economía
Es precisamente esta última cuestión la que reviste una mayor importancia puesto que los principales retos del segundo mandato de Obama, al igual que ocurrió con el primero, son de cariz económica. Salvado 'in extremis' el 'abismo fiscal', Estados Unidos debe atar en los próximos meses los cabos sueltos que dejó el acuerdo entre demócratas y republicanos en Año Nuevo, principalmente los cerca de 110.000 millones de dólares de recortes automáticos del gasto público como contrapartida de las subidas de impuestos a los sectores más acomodados de la sociedad. También debe alcanzarse un pacto en el Congreso para aumentar el techo de gasto del país, en lo que se augura como una nueva y encarnizada batalla entre ambos partidos como la que se desencadenó en 2011 y que le costó a Estados Unidos la retirada de su preciada triple A por parte de la agencia Standard & Poor's. De no lograrse un acuerdo, la principal economía del mundo entraría en suspensión de pagos. A finales de marzo, además, se deberá establecer un consenso en torno a la financiación de las operaciones del Gobierno federal, negociación que podría servir a los republicanos para resarcirse tras haber tenido que contrariar su credo fiscal las pasadas Navidades.
Pero por mucha importancia que revista la economía, no son estos los únicos asuntos que están sobre la mesa de Obama. La masacre de Newtown ha reavivado el debate sobre el control de armas y la Casa Blanca ha creado un grupo de trabajo con el fin de impedir nuevas tragedias encabezado por el vicepresidente, Joe Biden. Enfrente del Gobierno se encuentra la Asociación Nacional del Rifle y su estricta interpretación de la segunda enmienda. El presidente deberá materializar asimismo una de las promesas incumplidas del primer mandato, la reforma migratoria, demandada precisamente por un sector del electorado, el de los latinos, cuyo apoyo resultó crucial para la relección del mandatario.
Sin embargo son los asuntos internacionales los que suelen constituir la mejor oportunidad que tienen los presidentes de construir un legado duradero en su segundo mandato. Bill Clinton escogió el conflicto palestino-israelí para tratar de dejar su huella en la historia, oficiando de anfitrión de una cumbre en Camp David a la que asistieron Yaser Arafat y Ehud Barak y que acabó en fiasco. Obama tiene en su horizonte dos cuestiones irresueltas. Por un lado, el desafío del programa nuclear iraní, al que el mandatario ha respondido hasta el momento con un completo paquete de sanciones que no satisface a su gran aliado en la zona, Israel. Los 'halcones' de Tel Aviv amenazan con un ataque sobre las instalaciones atómicas de Teherán que, caso de desencadenarse, podría terminar de desestabilizar Oriente Próximo. Por otro, el conflicto sirio, que se ha cobrado ya más de 60.000 muertos, según cálculos de la ONU sin que se vislumbre una salida. La Administración Obama rehúye cualquier tipo de despliegue militar, aunque ha advertido de posibles causas que podrían motivar dicha intervención, como el uso por parte de las tropas de Bachar El-Asad de armas químicas.
Estas y otras cuestiones figuran en la agenda de Barack Obama para su segundo mandato. Su lugar en la Historia está asegurado desde el mismo momento en que se convirtió en el primer presidente negro de Estados Unidos. Pero de su pericia a la hora de afrontarlos dependerá el veredicto final sobre sus años en la Casa Blanca.