Sanz vs García: 'celebrity deathmatch'
Actualizado: GuardarLos que veíamos la MTV en el mal llamado vídeo comunitario –ese invento totalmente ilegal por el que hace unos años los gaditanos teníamos acceso sumamente ilegal a los estrenos del videoclub– disfrutábamos, aparte de los éxitos de los New Kids on the Block y Rick Astley, algunos programas auténticamente transgresores como ‘Beavis & Butthead’, ‘The Osbournes’ y el inigualable ‘Celebrity Deathmatch’, fuente de la que han bebido clásicos de hoy día como ‘Robot Chicken’ (no se pierdan su especial navideño sobre los Superhéroes de la DC Cómics). El programa tiene un sentido finalista y justiciero. Es una lucha a muerte en un ring entre ‘celebrities’; o mejor dicho, lo que los americanos llaman ‘celebrities’: famosos de nivel y calidad, diferentes a la chusma barriobajera, cutre y hortera, que se autodenomina así, que puebla las pantallas de televisión de todos los canales, con independencia de si son locales (herederos asimismo del vídeo comunitario –ese invento totalmente ilegal por el que hace unos años los gaditanos teníamos acceso sumamente ilegal a los estrenos del videoclub–), regionales, autonómicos, nacionales, europeos o mundiales.
Han existido grandes duelos históricos de resultado incierto, como por ejemplo los de Michael Jordan vs Dennis Rodman, el de Madonna vs Michael Jackson, Ricky Martin vs Marilyn Manson o el épico enfrentamiento entre Chuck Norris y Bin Laden. No voy a desvelarles el resultado de tan magníficas ordalías para que puedan investigarlas en su página de vídeos online favorita, pero sí debo decirles que el desarrollo es siempre el mismo: dos muñecos de plastilina que se dan candela dentro de los límites de su propia idiosincracia famosil.
Me ha venido a la mente este célebre programa de la MTV que volvió a la vida hace un lustro conforme he ido leyendo las previsiones para la reunión que el próximo viernes once han de celebrar los líderes provinciales de los partidos mayoritarios, Irene García (PSOE-A) y Antonio Sanz (PP-A). Esta reunión bien podría haberse televisado en directo en los canales ordinarios, incluso sería magnífica su retransmisión radiofónica en un ejercicio legítimo de la luz y taquígrafos, pero creo que nos quedaremos boquerones. A priori, las intenciones del jerezano y la sanluqueña son inmejorables, cordiales, buscando –dicen– un pacto por la provincia de Cádiz que refleje acuerdos «de máximos» o, a unas malas, «de mínimos».
La intuición me dice que hay muchas cuitas pendientes de saldar y que lo único amistoso que habrá en el encuentro será el saludo (y la foto). Luego, les vencerá el subconsciente. Ya hace pocos días Antonio Saldaña contestó con dureza un comunicado de Irene García, quién se metió en el charco de defender a la Junta (que por cierto, ya tenía quién lo hiciera) y criticar al Gobierno nacional. Así que, como les decía, dudo de la capacidad de diálogo de los dos políticos (ambos licenciados en Derecho), no porque les falte voluntad, que a buen seguro les sobra, sino porque uno es Góngora y otro Quevedo, y ambos saben que una vez que se entra en el ring de las celebrities, sólo sobrevivirá uno.