La responsabilidad de los comedores
La interrupción del servicio de alimentación en más de 50 colegios de la provincia revela una intolerable imprevisión de la Junta, bien económica, bien administrativa
Actualizado:La sucesión de los acontecimientos no es nueva. Una administración pública se retrasa en el pago de los abonos por un servicio a una empresa. La firma empieza a dejar de pagar nóminas. Los trabajadores se plantan e inician movilizaciones. El resultado final es que los usuarios se quedan sin el servicio. Esta cadena, demasiadas veces vista en los últimos meses en la recogida de basuras o el transporte público, superó ayer una nueva frontera. Afectó a uno de los sectores más desprotegidos: el de los niños. Esta vez, los ciudadanos afectados son niños y el servicio que pierden es el almuerzo en el colegio, nada menos. El alimento y en el centro educativo, nada menos, con la carga simbólica que supone.
Los más de 50 colegios y más de 2.000 niños afectados ven ahora como los responsables juegan con la responsabilidad un partido de tenis. La empresa dice que sufre la huelga porque la Junta no paga. La Junta dice que paga y que la empresa está mal gestionada.
Cuesta saber quién miente de forma total o parcial, pero hay un elemento que facilita el análisis: la responsabilidad. Y es toda de la administración autonómica. Si no ha pagado, si debe tantos miles de euros como dice la empresa, es que su escala de prioridades está definitivamente rota.
Si, por el contrario, está al corriente de pagos o se ha retrasado mínimante, nunca debe consentir que un servicio tan sensible como el de los comedores escolares está en manos de una empresa tan informal, incapaz de tener unas cuentas saneadas que permitan mantener el servicio.
Debe de haber más compañías en Cádiz, o en Andalucía, capaces de cumplir con esa función: dar de comer a escolares, nada menos.