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ESPAÑA

REINAR HASTA EL FINAL

ANTONIO PAPELL
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Después de la cacería de Botsuana, el Rey pidió excusas por los excesos cometidos -que desbordaban el terreno ingenuo de la cinegética- y, desde entonces, ha manifestado un visible ánimo de enmienda que se manifiesta en forma de deseo de agradar y de afán por resarcir a los españoles de aquel desagradable incidente. La actividad regia ha sido más intensa que en etapas anteriores, en la diplomacia internacional y de puertas adentro, con varias intervenciones relativas a los problemas más acuciantes. La carta del Rey en la nueva web de Zarzuela demostró un loable deseo de dejar sentada su opinión en el momento en que su figura simbólica -la de la unidad y permanencia del Estado- se veía agredida por la amenaza de una ruptura constitucional. Y el discurso de Nochebuena fue una llamada a la altura de miras que sin duda ha tenido efecto a la hora de plantear los términos del contencioso catalán.

La entrevista de anoche en TVE era un homenaje a la figura del Rey por su 75 cumpleaños, por lo que el veterano Jesús Hermida no creyó necesario ser punzante ni incomodar con asuntos fibrosos sobre los que la Corona ya ha dado su opinión y ha tomado sus medidas. En este contexto de cierta placidez mediática, el Rey aprovechó la ocasión para descartar su abdicación -dice estar «en buena forma, con energía y, sobre todo, con ilusión para seguir adelante y afrontar los retos»- y elogiar la capacidad de su hijo y heredero, cuya preparación ponderó con afición paterna pero con indudable objetividad. El monarca se mostró seguro de que pronto España recuperará la confianza en sí misma como país, tras dejar atrás la recesión. Todo ello antes de agradecer a los españoles que le hayan seguido «para hacer lo que hemos hecho y adonde hemos llegado».

Don Juan Carlos está dispuesto a pasar a la Historia no solo por sus méritos fundacionales sino también por haber estado al pie del cañón, con luces y sombras, hasta el fin del reinado. Consciente de sus limitaciones constitucionales pero también de su potente capacidad de influir, el Rey procesa la información -es la persona mejor informada del reino- para graduar su impronta de la mejor manera posible.