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Obama llega a la sala de prensa tras el acuerdo. :: REUTERS
MUNDO

EE UU aplaza la solución a sus problemas presupuestarios

El acuerdo ratificado por la Cámara de Representantes aleja pero no zanja la amenaza del 'abismo fiscal'

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

Obama cantaba ayer victoria por haber subido los impuestos a los multimillonarios y los mercados celebraban que EE UU había entrado en 2013 sin caer en el 'precipicio fiscal', pero los analistas fruncían el ceño. El acuerdo ratificado por la Cámara de Representante en la última hora de la prórroga que proporcionó la festividad de Año Nuevo tan solo pospone las decisiones sobre el gasto público durante dos meses y ni siquiera resuelve el problema del techo de la deuda o los presupuestos, por lo que en cuanto se pase la euforia del parto legislativo volverá el dolor de cabeza. Antes de volar a Hawai, donde espera retomar sus vacaciones familiares, Barack Obama advirtió que no piensa repetir la agonía. «Si bien estoy dispuesto a negociar muchas cosas, no pienso tener otro debate con este Congreso sobre si se debe o no pagar los gastos que ya se han aprobado», advirtió el presidente.

Sobre su cabeza pende la espada de Damocles que él mismo aceptó para forzar al Gobierno a reducir el gasto público en 109.000 millones de dólares (82.600 millones de euros), más conocida como 'precipicio fiscal'. Si en los próximos dos meses el nuevo Congreso no encuentra una fórmula para repartir esas reducciones coherentemente entre los distintos departamentos de gobierno, se aplicarán automáticamente recortes de entre el 8% y el 10% a todas las áreas. Eso afectaría también a los contratos del Departamento de Defensa, que están congelados hasta que se sepa si los podrá pagar. Unos 800.000 civiles que trabajan para el Pentágono se habrían quedado ayer en casa de no haberse alcanzado un acuerdo, para qué hablar de las empresas que subcontrata. Todo ello trae consecuencias en cadena sobre la economía, con numerosas contrataciones suspendidas hasta que se aclare la incertidumbre.

Incertidumbre es la palabra que menos gusta en Wall Street. Por eso muchos analistas deseaban ayer que se hubiera caído ya al 'abismo fiscal', en vez de dejar la economía estadounidense en el limbo y con ello la mundial.

En las filas políticas la situación no es mejor. Ambos partidos han salido magullados y no tendrán tiempo de reparar la fibra con sus bases porque las negociaciones sobre el techo de la deuda están encima. La incapacidad política para expandir ese techo hasta el último minuto le costó al país en agosto de 2011 su preciada calificación de AAA, que aún no ha recuperado. Si vuelve a actuar con esa lentitud, el Tesoro no podrá seguir endeudándose por encima de los 16.400 millones alcanzados el lunes y no podrá cumplir con sus compromisos, lo que tendría efectos catastróficos.

Los republicanos, dañados por no alcanzar un acuerdo que redujera significativamente la deuda, se sienten ahora obligados a introducir duras condiciones sobre el recorte del gasto antes de elevar de nuevo el techo de la deuda. Sus bases del Tea Party no perdonarán otro fracaso. Es el motivo por el que importantes líderes del Partido Republicano, como Eric Cantor en la Cámara baja o Marco Rubio en el Senado, votaron en contra de la ley de Año Nuevo.

Recortes permanentes

Obama no lo tiene mejor. Los analistas han concluido que la reconciliación con las bases que se gestó durante la campaña y culminó con su victoria de reelección se ha roto oficialmente. El presidente se siente frustrado porque cree haber cumplido con su promesa de aumentar los impuestos al 2% más acaudalado del país y extender el subsidio del paro, pero sus seguidores recuerdan que la promesa era aumentar los impuestos a todos los individuos que ganaran más de 200.000 dólares al año (unos 150.000 euros), no 400.000 (unos 300.000 euros). Los más ricos pagarán ahora en EE UU el 39,6% de impuestos, en comparación con el 75% que quiere imponer el gobierno del socialista François Hollande en Francia.

Con el acuerdo Obama ha hecho permanentes para el 98% de los estadounidenses los recortes fiscales de George W. Bush que tanto ha criticado el Partido Demócrata durante una década y además se ha quedado sin herramientas de presión para su próxima negociación. Esa en la que los republicanos arremeterán contra las ayudas sociales que reciben las clases más desfavorecidas, los sistemas de salud pública, la seguridad social y otras medidas esenciales para el bienestar de la clase media.

Según la Casa Blanca el acuerdo se traducirá en 630.000 millones más (482.000 millones de euros) para las arcas del Estado, que aumenta hasta 737.000 (557.000 millones de euros) cuando incluye los intereses potenciales que tendría que pagar por ese dinero. Por el contrario, la Oficina de Presupuestos del Congreso, que todavía no ha incorporado la subida de impuestos al 2% más acaudalado, estima que el acuerdo añadirá a la deuda casi cuatro billones de dólares en la próxima década. Esa será la cifra que blandirán los republicanos en la próxima guerra que empieza hoy, con el nombramiento del 113 Congreso de EE UU.