EE UU: Un voto con lecciones varias
Una sorpresa de talla: Paul Ryan votó a favor…
MADRID Actualizado: GuardarLa doble votación -Senado y Cámara de Diputados- de la doble propuesta del gobierno Obama (más impuestos y más recortes) para evitar el precipicio fiscal en los Estados Unidos, terminó por alcanzar el lunes y martes el nivel de un psicodrama.
No era para menos: técnicamente, la situación heredada -un plan lanzado en el primer cuatrienio de Bush, en 2001, en cumplimiento de una promesa electoral- concluía con el año, es decir, a medianoche del lunes 31 de diciembre. Sin acuerdo, la situación sería formalmente inmanejable: el Tesoro no podía garantizar la provisión de fondos para los gastos federales y se perfilaba la sombra de una bancarrota.
Como si supieran que, de hecho, por la festividad del uno de enero disponían de un tiempo adicional, los senadores se tomaron más tiempo del previsto en hacer la primera votación que por su autoridad política y moral marcaría el destino de lo que pasaría a renglón seguido en la cámara baja. No fue así en primera instancia y se creó súbitamente un ominoso escenario de confrontación y desacuerdo.
Factores diversos
Bajo un criterio meramente europeo, con la mayoría demócrata en el Senado (53 contra 45 y dos independientes) la votación no debería presentar problemas… pero los había porque una disciplina tan rígida ni está constitucionalmente exigida ni es mecánica, como entre nosotros. De hecho, y eso se sabía, al menos tres senadores demócratas no votarían a favor, uno de ellos porque creía que el gobierno hacía demasiadas concesiones a la oposición y otros dos por su hostilidad al proyecto en su variante del gasto.
Pero más sorpresas daría el campo republicano. Su líder, el senador Mitch McConnell, públicamente muy reacio a cooperar y muy severo en su tono, cambió tanto que cuando finalmente, y tras hablar con el vicepresidente Biden (presidente del Senado por la Constitución) y ponderar las concesiones del gobierno consiguió que 37 de los 45 republicanos dieran el ansiado sí. Total: el proyecto pasó nada menos que por 91 a ocho…
Visto lo visto, el 'New York Times' no vaciló en augurar un inmediato éxito en la Cámara de representantes y en este ambiente fue una gran sorpresa el súbito empantanamiento allí y el anuncio de que se retrasaba la votación, hasta agotar del todo el día primero de año y entrar en la madrugada de hoy. La alarma era, en realidad, más artificiosa que real pero, ciertamente, se advirtió allí una hostilidad mayor y más genuinamente política que la del Senado.
Sorpresas y realineamientos
Biden también acudió al rescate allí tras la tensión suscitada por la renacida hostilidad al proyecto nacida en un momento preciso por la declaración del líder de la mayoría, el republicano Eric Cantor, quien llegó al recinto y expresó una total oposición al proyecto aprobado por el Senado.
Cantor, pese al nombre de su función, no es el verdadero jefe de la mayoría republicana y el interlocutor de la Casa Blanca sobre el asunto ha sido todo el tiempo el presidente (speaker en el vocabulario oficial norteamericano) de la Cámara baja, el diputado John Boeh ner, quien, aunque parapetado dialécticamente tras un vocabulario muy rígido, pareció siempre dispuesto a negociar un compromiso. Y esto es lo que, en tiempo de descuento, sucedió.
La novedad también se impuso en la cámara de diputados porque de los 257 que votaron sí 85 eran republicanos (y, por cierto también 16 demócratas se opusieron, la mayoría del ala izquierda del partido, descontenta con las concesiones oficiales). Y, en fin, otra sorpresa y ésta de talla: Paul Ryan votó a favor… Pocos lectores recordarán quién es: el candidato a vicepresidente con Mitt Romney en noviembre pasado. Fue escogido porque se le tiene por un halcón fiscal, el teórico de la denuncia del derroche del gobierno. Algo razonable ha debido encontrar en el texto o Biden es un mago…