Sociedad

Eje cultural para una Europa en crisis

La ciudad francesa y la eslovaca optan por la contención con programas más atentos al concepto que al boato Marsella y Kosice toman en 2013 el testigo de Guimaraes y Maribor como austeras capitales culturales

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El eje de la capitalidad cultural 2013 mide 1.800 kilómetros. Atraviesa una Europa en crisis y enlaza dos enclaves milenarios y de rico bagaje histórico. Va de Marsella, al sur de Francia, a Kosice, en el corazón de Europa. La milenaria Massalia de los griegos, llave del mediterráneo occidental, y la recoleta y deprimida ciudad eslovaca de Kosice, bisagra entre el este y el oeste, comparten protagonismo en un año en el que la crisis seguirá dando zarpazos. Con programas para tiempos de penuria, Marsella y Kosice toman el relevo de la portuguesa Guimaraes y la eslovena Maribor, austeras capitales culturales del deprimido 2012.

Desde 1985, un total de 48 ciudades han sucedido a Atenas en la distinción, entre ellas Madrid, Salamanca y Santiago de Compostela. San Sebastián tomará el testigo en 2016 junto la polaca Breslavia. Si en tiempos de bonanza se imponían los fastos y las primeras figuras financiados con los saneados presupuestos de Ámsterdam, Londres, Berlín, París o Dublín, ahora prima la contención. Las capitales son ciudades más pequeñas y necesitadas de tirón turístico y promoción que hacen milagros con magras dotaciones, más atentas al concepto que al boato.

Ulrich Fuchs gestiona Marsella 2013, que comparte protagonismo con la región de la Provenza de la que es capital. Esencia francesa, con sus campos de lavanda, su privilegiada costa plagada de millonarios, sus paraísos rurales y una gastronomía de ensueño, tiene su epicentro en el viejo casco urbano marsellés, con sus callejuelas, el puerto, y la catedral.

Además de conciertos y exposiciones de primer nivel, que los hay, el programa «atípico, loco e inesperado» pone el acento en temas sociales y políticos, como la integración de la inmigración. Un tema crucial para Marsella, puerta del Mediterráneo a la inmigración norteafricana que equidista de París y Argel. A caballo entre África y Europa, se sitúa en mitad de un puente imaginario entre la cultura magrebí y musulmana del norte de África con la judeocristiana que conecta el Mediterráneo con el norte protestante y reformista. Fuchs, alemán y que trabajó para la capitalidad cultural de la ciudad austriaca de Linz, pone el acento en los encuentros entre distintas sensibilidades, con una oferta en la que lo político y lo social se sobrepone a lo cultural.

Promueve el diálogo entre los sectores acomodados y los conflictivos suburbios en los que se hacinan jóvenes parados magrebíes. Gastará casi 100 millones en un programa con más de 400 actos. Espera sumar dos millones de turistas a los diez que recalan en la ciudad cada año y recuperar seis euros par cada uno invertido.

El 12 de enero arranca un programa en 60 emplazamientos remozados o de nueva planta con muestras dedicadas maestros y artistas mediterráneos: Rodin, el Picasso ceramista o Raoul Dufy. Otra exposición recordará al Nobel de Literatura Albert Camus en el año de su centenario.

Tan multicultural y milenaria como Marsella es Kosice, segunda ciudad de Eslovaquia con una rica historia y cuna del escritor Sándor Márai. Kaschau en alemán, Kassa en húngaro, quiere situarse en el mapa y beneficiarse del caudal turístico y económico de una capitalidad que ha supuesto la inyección directa de 60 millones de la Unión Europea. Con estos fondos y los propios, ha abordado un lavado de cara, remozado el casco histórico y alzado un gran centro cultural en un vetusto cuartel que acogerá lo mejor de los 300 actos programados que arrancan el 20 de enero con un concierto de Jamiroquai.

Jan Sudzina, Vladimir Beskid, programador y director que admiten problemas para concluir a tiempo algunas obras, ven la cita como el inicio de una profunda transformación que alumbre la moderna Kosice que supere la herencia poscomunista antes que como un mero festival cultural.

A 500 kilómetros de Varsovia, 1.000 de Berlín y 1.500 de Bruselas, en la frontera con Hungría y más próxima a Budapest que a Praga, Kosice se reivindica como un nuevo nodo cultural centroeuropeo. Sede universitaria, próspera y rica en su aristocrático y germánico pasado, sus hitos arquitectónicos son la catedral gótica de Santa Isabel -en obras-, el castillo medieval y el decimonónico teatro estatal que sobrevivieron a las dos guerras mundiales del siglo XX.

Una de la ciudades más importantes del imperio austrohúngaro, generó grandes fortunas durante la revolución industrial. A principios del XX pasó de Hungría a Checoslovaquia, para volver a ser húngara entre 1938 y 45. Bajo la bota comunista, sería un crucial enclave siderúrgico. Hoy la crisis castiga otra vez a sus 240.000 habitantes, con un paro del 30 % y jóvenes qe emigran Alemania, Austria o el norte de Italia.