PAN Y CIRCO

2012

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El año que ahora termina pasará a los libros como los peores 12 meses en la historia del Cádiz CF. Una afirmación tajante, pero que esconde multitud de argumentos para abrir un amplio debate entre aquellos cadistas más veteranos que ya habían visto de todo en la viña del Señor, pero que en, un abrir y cerrar de ojos, presencian lo que puede ser el principio del final de una entidad más que centenaria abocada a sufrir una profunda metamorfosis para que pueda ser rentable. Lo primero que hay que dejar muy claro a los gaditanos es que este club no es de ellos, lo cual no tendría que comportar un mayor riesgo para su estabilidad institucional. El problema surge cuando el empresario cordobés, que durante la última década pasó del paraíso de Primera al infierno infinito de Segunda B, se va y lo deja en manos de un grupo que, en apenas cinco meses, ha demostrado que es al Cádiz lo que la peste negra fue a Europa en el siglo XIV. Una plaga que está acabando con la paciencia de la afición, que tiene al Ayuntamiento crispado y que ningunea a los pocos buenos profesionales que quedan en los despachos del estadio Carranza. Precisamente el feudo ha sufrido una profunda obra de adecentamiento para verse en la tesitura más ridícula posible, pues últimamente el espectáculo que se presencia sobre su césped corresponde a Tercera, que para eso es la categoría con la que el equipo amarillo está tonteando últimamente. Así están las cosas porque unos pocos lo han querido, dando la sensación que ha existido mucha mala leche en las negociaciones que han acabado con la sociedad en manos de unos señores que poco han tardado en sacar a relucir sus bondades empresariales y deportivas en un año tan especial para la capital en el que el Bicentenario pasó de largo como Mr. Marshall. No se acabó el mundo, pero como no venga un ser divino al Cádiz le quedan dos telediarios.