EE UU se aleja del 'abismo fiscal'
Un acuerdo de mínimos se perfila como la salida más factible al descalabro económico
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarA finales del verano de 2011, Estados Unidos apenas se había sacudido la pesadilla del 'techo de la deuda' cuando otro término confuso pero de letales consecuencias para la salud económica del país se posó sobre las conciencias de los ciudadanos. Era el 'abismos fiscal'. La resolución del primer problema tras un acuerdo 'in extremis' en el Congreso evitó la quiebra de las cuentas públicas.
Nada bueno podía venir detrás de aquel compromiso de mínimos en el que los dos grandes partidos exhibieron como nunca sus profundas diferencias sobre el tamaño del Gobierno y los pilares del estado de bienestar. Cuando llegó el turno de debatir la manera de evitar la caída en el 'precipicio', esos mismos asuntos han ocupado un lugar central, por más que la letra pequeña se refiera esta vez a una subida de impuestos a los ricos y el establecimiento de nuevos límites al gasto social.
Absorbido por la intensidad de la campaña electoral, el país no prestó demasiada atención a las consecuencias del 'abismo fiscal' hasta hace poco más de un mes. Para entonces Obama interpretó su reelección como un mandato claro hacia sus reformas largamente defendidas: suspender las ventajas fiscales a las rentas superiores a los 250.000 dólares -189.000 euros- creadas por George Bush y acometer una delicada reforma del gasto social sin que resultaran afectados los capítulos de salud y educación.
Esta renovada legitimidad en las urnas le daba igual a los republicanos. También ellos habían revalidado su mayoría en la Cámara de Representantes por lo que se consideraban autorizados a llevar hasta las últimas consecuencias su oposición frontal a cualquier incremento de impuestos.
Ese escenario de confrontación se ha mantenido invariable hasta el viernes cuando, con los plazos virtualmente agotados para buscar una salida que impida la entrada en recesión, el presidente llamó al Despacho Oval a los jerarcas del Congreso. En tres horas de reunión no tuvieron tiempo de resolver lo que tanto tiempo se les ha escapado de las manos, pero tres palabras de Obama -«Soy modestamente optimista»- han abierto la puerta a la esperanza. Imposible descifrar todavía algo que suena más a una sensación que a hechos tangibles, pero hay cierto consenso entre los analistas de que el Congreso será capaz de evitar algunos males mayores después del 1 de enero.
Desempleados
Como la llegada del 'abismo fiscal' implica un recorte automático de fondos en los diferentes departamentos federales, unos dos millones de desempleados que reciben la prestación serían los primeros en notar sus efectos. Aquí también están presionando con fuerza los demócratas en busca del respaldo de los conservadores.
Las filtraciones apuntan a estos capítulos como los más proclives a un acuerdo. Eso dejaría fuera un inmenso campo de asuntos irresueltos que sufrirían todas las consecuencias de los recortes automáticos. Cualquiera de los temas que queden fuera de la votación que hagan hoy las cámaras va a pesar como una losa sobre la clase política. La noción más extendida es que los legisladores no tendrán más remedio que buscar una rápida salida.
Aunque los efectos de un fracaso no se dejaran sentir de inmediato en el conjunto de la economía, los mercados han advertido con acentuadas bajas esta semana que no recibirían bien una solución basada en los parches. Una caída prolongada de las bolsas por falta de confianza devolvería al país a la recesión.
Consciente de lo que se juega el país, Obama instó ayer al Congreso, en su acostumbrado discurso de los sábados por radio e internet, a que cumpla con sus obligaciones y tome medidas para impedir una subida de impuestos a la clase media. «Aspiramos a una solución equilibrada», recordó. La idea más repetida a estas horas en Washington es que ha llegado la hora de los sacrificios en aras de un consenso que evite males mayores a los ciudadanos. «Simplemente no podemos permitir una herida política autoinfligida a nuestra economía. La economía está creciendo, pero para que eso continúe la gente en Washington tiene que hacer su trabajo», subrayó.