Luis Cortes, un cliente del establecimiento junto a Jaime Arango y Juan Carlos Borrell. :: J. M.
GASTRONOMÍA

La Sorpresa se mantiene

Dos empresarios recuperan la taberna, cerrada el 5 de diciembre por jubilación

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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En el barril del fino Reguera, el emblema de la bodega de Vélez de Chiclana, cuelga un letrero pintado a rotulador, anunciando la noticia: 'A partir del domingo 2 de diciembre cerramos.por jubilación anticipada'.

Pepe Terrero Vargas, 80 años, menos cuatro meses, no pierde el humor: «Se ha fijado usted, por jubilación anticipada y tengo 80 años, comenta riéndose».

Como para no tener buen humor. Ha aguantado detrás del mostrador de la taberna La Sorpresa 53 años. En el local solo se bebía, de comer nada. El que quería acompañaba los vinos de las bodegas Vélez de Chiclana, fijos durante toda la vida de la taberna, con pescao frito del cercano freidor de Las Flores o unas chacinas 'güenas' del ultramarinos de los Soriano, que estaba en la esquina de Compañía.

El local es de esos que tendrían que ser nombrados patrimonio de la humanidad. Es de los pocos que quedaban en Cádiz de estas características. Barra alta, barriles de vino, techos con vigas vistas.

Le pusieron La Sorpresa porque esta calle (Arbolí), dice Pepe Terrero, «tenía mucha malaje y por eso era una sorpresa encontrarse en ella con un bar». Lo fundó en 1956 Juan Urbano Fernández Torres y a los tres años este hombre, al morir su mujer, decidió marcharse a América y dejarle el local a Pepe, que había sido compañero de trabajo en otro bar, el Vistalegre.

Desde entonces, el establecimiento se ha mantenido con su estilo inalterable. Los vinos de Vélez han sido siempre los de la casa. Hasta las copas tienen más de 20 años. Junto a la barra y en un salón posterior llaman la atención las mesas y las sillas de formica, como las que había antiguamente en las cocinas. La gente acudía a tomar una copa y los que querían demostrar lo bien que maridaba el Reguera fresquito con el cazón en adobo se traían el papelón desde el cercano freidor de Las Flores.

Pepe cerraba el domingo día 2 aunque con la tranquilidad de que su querida taberna seguirá existiendo. El relevo lo cogen dos empresarios, Jaime Arango, un piloto de aviones ya retirado, y Juan Carlos Borrell. A los dos les une su predilección por la gastronomía gaditana. Borrell ha sido, hasta hace unas semanas, director comercial de una conservera de Barbate y se conoce al dedillo todos los productos de esta zona de la provincia. Señala que, por eso «una de nuestras claves será el atún. Nuestra idea es quedarnos con el espíritu de taberna de La Sorpresa. No le vamos a cambiar el nombre y lo único que haremos será adecentarlo, pero manteniendo el vino sacado de las botas y su ambiente de sitio agradable para la conversación. Consideramos que esto se puede combinar perfectamente con una selección de productos de Cádiz muy cuidados. No tendremos cocina, sino que lo que ofreceremos son tapas frías, pero con productos muy cuidados».

Borrell y Arango señalan que las tabernas existían desde épocas de los romanos y en Cádiz consideramos que son bienvenidos este tipo de establecimientos «que van mucho con nuestro carácter». Las obras de rehabilitación comenzarán en los próximos días con la idea de abrir antes de las fiestas de Carnaval.