El mejor amigo del nipón
Japón vuelve a conmocionarse estos días con un perro abandonado que espera incansable el regreso de su dueño
MADRIDActualizado:En la tarde de un sábado cualquiera se puede ver una gran concentración de gente en un punto concreto del barrio tokiota de Shibuya. No parece un rincón muy especial, sin embargo, muchos japoneses esperan inquietos a su pareja, a su grupo de amigos o a su cita a ciegas. La esquina la preside una pequeña estatua de bronce que representa algo que sorprende a cualquier extranjero: un perro. Para los japoneses es más que conocido e idolatrado: es Hachiko, el 'perro fiel'.
La razón de esta pasión es que su historia es conmovedora. Durante años acompañaba a su dueño a la estación de Shibuya y allí lo esperaba hasta que éste volvía del trabajo. Una de aquellas veces el viaje fue solo de ida, ya que el hombre, que era profesor universitario, murió mientras impartía clases. A pesar de esto, Hachiko no se movió del sitio y esperó a su amo. Durante once años. Los ciudadanos tokiotas lo cuidaron, lo alimentaron y lo llenaron de afecto, pero él permaneció fiel a la espera infinita. El perro estuvo presente cuando se erigió su propia estatua en 1934, pero meses más tarde murió, convirtiéndose en una leyenda grabada a fuego en la capital nipona.
El abandono como motivo
Ahora, la historia parece repetirse. Hace tres semanas, unos ancianos que paseaban por la ciudad japonesa de Lida, en la prefectura de Nagano, encontraron un perro abandonado en la cuneta de una carretera. El animal, bastante demacrado, parecía esperar a su dueño, mirando incansable la carretera. A pesar de que muchos transeúntes han intentado recogerlo y que tiene muchas ofertas de adopción, hoy en día el can sigue dispuesto a esperar a un dueño con razones más egoístas para no volver, ya que la teoría del abandono es la más posible. Los medios japoneses no paran de hacer seguimiento del suceso y la población nipona vuelve a conmocionarse al ver el paralelismo con Hachiko.
En España también tenemos un 'perro fiel'. En 1990, Canelo iba con su dueño al hospital Puerta del Mar de Cádiz donde el hombre tenía las sesiones periódicas de diálisis. En una de estas visitas, el tratamiento se complicó y murió en el mismo hospital. Canelo permaneció en la puerta trasera del edificio doce años, esperando siempre a su amo, hasta que en 2002 murió atropellado por un coche que se dio a la fuga. Los gaditanos también recuerdan con afecto a este perro hasta el punto de dedicarle una calle en la ciudad.