Cuestión de amor propio
Actualizado:El cadismo espera un cambio radical en su equipo. Hastiado por lo que ha visto hasta el momento, necesita ver que el sol puede seguir saliendo. Ya no sabe si protestar, gritar, reirse, llorar o hacer un esfuerzo desesperado por animar a los jugadores para que consigan ganar un partido.
Es difícil no contagiarse del optimismo que quiere difundir Raúl Agné. Oírlo hablar hace ver que el vaso no está completamente vacío. Si su mensaje cala aunque sea un poco en el entorno, se hace difícil pensar en que no esté llegando a los futbolistas.
Algo tiene que haber cambiado, pero de todos es sabido que el problema del Cádiz nunca ha estado en el banquillo.
Agné dijo ayer algo que por obvio que parece no deja de ser interesante. Son los jugadores los que tienen que ganar los partidos. Ya lo sabíamos todos.
Esta tarde ante el Sanluqueño será el enésimo examen para ellos. El clima no será el más favorable, aunque me cuesta pensar que lo del otro día contra el Jaén no haya sido tocar fondo.
Una cosa es que el equipo no tenga el nivel suficiente para el objetivo marcado, pero otra muy distinta es que tampoco para, siquiera, ganar un partido. Aunque los protagonistas se sientan débiles por lo que está pasando, se me hace difícil creer que sean tan indolentes. Ni siquiera por el hecho de que puedan estar descentrados ante la cercanía de las vacaciones y la apertura del mercado. Ya es cuestión de amor propio.
Si el UCAMde Murcia fue capaz de levantarse de una racha peor que la del Cádiz y ganar su primer partido, ¿por qué no lo van a hacer ellos? La mala fortuna a veces aparece en el fútbol. En ocasiones se ceba. Pero que siempre suceda lo mismo hace ver que ya no es consecuencia del azar, sino de no estar del todo metido en lo que se hace. Los errores propios generan incertidumbre, desestabilizan, hacen perder confianza. Pero llega un momento en que uno mira dentro de sí y dice hasta aquí hemos llegado. Tal vez esta tarde sea el momento del Cádiz.