Rato culpa a los gobiernos de Rajoy y Zapatero del desastre de Bankia
El exvicepresidente acusa al Ministerio de Economía de poner trabas a sus planes para la recapitalización de la entidad financiera
MADRID. Actualizado: GuardarSe esperaba una declaración explosiva, pero lo cierto es que Rodrigo Rato no ha aclarado las grandes dudas que pesan sobre la fusión y salida a Bolsa de Bankia. El exministro de la era Aznar ha vuelto a cargar las culpas del desastre de la entidad sobre los gobiernos (el de Zapatero y el de Rajoy), y sobre el Banco de España. En su declaración como imputado ante el juez instructor de la causa -Eloy Velasco-, Rato ha asegurado que la nueva legislación sobre capital de las entidades financieras aprobada en enero de 2011 por el Ministerio de Economía abocó a Bankia a salir a Bolsa. Por otro lado, los diferentes decretos sobre aprovisionamiento de activos tóxicos (esta vez diseñados por el Gobierno de Rajoy) motivaron el desfase de las cuentas de la entidad correspondientes a 2011, que inicialmente arrojaban beneficios por valor de 309 millones, y luego pérdidas de casi 3.000.
El ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) explicó ante el juez que él no habría dado luz verde a la salida a Bolsa en el momento en el que se produjo (junio de 2011). La nueva regulación sobre capital de entidades financieras exigía a estas presentar un 'core capital' del 10%, que se reducía al 8% en caso de salida a Bolsa. La diferencia entre uno y otro escenario era casi de 1.800 millones de euros. Rato, asegura, no tuvo más remedio que empujar a Bankia hacia el parqué, a un precio «que tenía que ser menor de cuatro euros (finalmente fue de 3,75)», según una recomendación del banco de inversión J. P. Morgan.
Pero Rato fue más allá en sus acusaciones. Ha culpado al Ministerio de Economía de torpedear sus planes de recapitalización del banco. Recuerda cómo, después de que el Banco de España diera el visto bueno a un plan inicial presentado el 17 de abril, Economía le exigió más. Rato se veía así en la tesitura de tener que elaborar una nueva estrategia «en apenas dos semanas». El nuevo plan -redactado sobre la base de un escenario económico catastrófico, con una caída del PIB del 3,8% en 2013- tampoco fue del agrado del área que dirige Luis de Guindos. «No era lo que esperábamos», fue el argumento, según la confesión de Rato. Ante lo que consideraba poco menos que un complot para echarle a la cuneta, el presidente de Bankia decidió tirar la toalla.
Como ya hiciera en su comparecencia de julio ante el Congreso, Rato reservó algunos dardos para el Banco de España, al que acusó de forzar la fusión de las cajas, en la misma línea de lo declarado un día antes por el expresidente de Bancaja, José Luis Olivas. Él nunca hubiera incluido en la fusión a la caja valenciana, ha asegurado ante el juez.
Entre las lagunas que ha dejado su declaración está el papel de Deloitte en el proceso de aprobación de las cuentas de la entidad. Como detalle jugoso, Rato ha desvelado el contenido de una conversación que mantuvo con el socio de la auditora, Francisco Celma, «el 3 o 4 de mayo». «Aunque me tenga que quedar toda la noche trabajando, te prometo que mañana tienes el informe», fueron las palabras de Celma, siempre según la versión de Rato. Promesa que, por supuesto, nunca se cumplió.
El que fuera vicepresidente económico y ministro en las dos legislaturas de Aznar ha protagonizado, con mucho, la más larga de las comparecencias de los imputados en el caso. Según fuentes jurídicas, ha mostrado en todo momento una gran templanza. Más incómodo resultó su aterrizaje en la Audiencia Nacional. Rato llegó a la sede del tribunal a las 15.45 horas, 45 minutos antes de su comparecencia, a bordo de un Volkswagen Passat azul, y abrigado con un 'tres cuartos' color camel. A la entrada tuvo que escuchar los insultos de un grupo de afectados (cerca de 300) por las preferentes de Bankia, esta vez mucho más numeroso que en otras declaraciones precedentes de imputados en el caso.
Era lógico. Había morbo y expectación por ver al que un día fue considerado uno de los hacedores del supuesto milagro económico español, el mirlo blanco de la derecha liberal que logró alcanzar las más altas cotas de poder tanto en el Gobierno de José María Aznar como luego en el FMI o la cuarta gran entidad financiera del país. El hombre que rechazó en dos ocasiones a Aznar pone hoy rostro al fin de una época, la de la expansión económica a lomos del ladrillo.
Hubo gritos ('No es una democracia, esto es una mafia', 'Rodrigo, ladrón, directo a prisión'), pancartas insultantes y el lanzamiento de un par de globos rellenos de tinta azul que no lograron alcanzar su objetivo. La fuerte presencia policial evitó trifulcas mayores. La salida resultó de lo más rocambolesca. Ya no había coche de alta gama: Rato dejó la sede del tribunal en el asiento trasero de un SEAT Ibiza que emergió por sorpresa del parking.