Jan Scheuermann superpone conos con el brazo artificial. :: R. C.
Sociedad

Una tetrapléjica mueve una prótesis robótica con su pensamiento

Investigadores de EE UU han traducido a lenguaje informático los impulsos nerviosos que emiten las neuronas del cerebelo

MADRID . Actualizado: Guardar
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Un grupo de investigadores estadounidenses ha creado un brazo robótico que permite a una mujer tetrapléjica dirigir el artilugio con su pensamiento, hasta el punto de que es capaz de mover objetos con la precisión y delicadeza de la mano de un ser humano.

Según un estudio publicado en la revista 'The Lancet', el invento suscita muchas esperanzas entre lesionados medulares que han perdido la movilidad a causa de un accidente, pacientes que han sufrido amputaciones o personas postradas en una silla de ruedas como consecuencia de un ictus. No en vano, el aparato podría ser utilizado por estas personas para realizar tareas sencillas pero indispensables en la vida cotidiana. Los científicos han devuelto la ilusión a Jan Scheuermann, una mujer de 53 años a la que diagnosticaron hace trece una enfermedad degenerativa que dañaba las neuronas del cerebelo, la zona del encéfalo en que se hallan integradas la función motora y la conservación del equilibrio. El avance de la dolencia que sufre Jan es tal que no puede mover ninguna parte de su cuerpo que se encuentre por debajo del cuello.

Este tipo de máquinas concebidas para tetrapléjicos no son nuevas. Lo importante del ingenio presente es que posibilita un control muy exacto de la mano artificial. El secreto del éxito estriba en que los investigadores han sabido traducir al lenguaje informático las señales eléctricas que emite el cerebro para controlar los movimientos de las extremidades. Para cifrar en un algoritmo informático los impulsos nerviosos del cerebelo ha sido necesario implantar en esta región finos electrodos. Según Andrew Schwartz, profesor de Neurobiología de la Universidad de Pittsburgh (Pensilvania) y primer firmante del artículo aparecido en 'The Lancet', el equipó apostó por un «enfoque completamente diferente». El algoritmo, una suerte de programa informático, emula la forma en que un cerebro sano rige los movimientos de los miembros humanos.

En febrero, a Jan Scheuermann le implantaron dos redes de microelectrodos en el córtex cerebral. Estos diminutos dispositivos recaban toda la información de la actividad cerebral, que se envía a un procesador, desde el cual las señales son descodificadas para ser remitidas a un brazo mecánico, el cual ejecuta las acciones que brotan en el córtex. La paciente requirió entonces 14 semanas de entrenamiento para adquirir la destreza suficiente para tomar objetos, superponer conos y llevar a cabo otras operaciones.