Toda la derecha europea presiona a Monti para que acuda a las elecciones
R OMA.Actualizado:Mario Monti tuvo ayer un gesto inesperado y significativo que desde Italia se ve como un paso hacia una candidatura en las elecciones generales de febrero. Precisamente al día siguiente de que Silvio Berlusconi anunciara que está dispuesto a retirarse de los comicios si Monti acepta liderar una gran coalición de centroderecha.
El primer ministro italiano, que dimitirá en breve tras perder el apoyo parlamentario del partido de mismo Berlusconi, se presentó ayer por sorpresa en la reunión del Partido Popular Europeo (PPE) en Bruselas, previa al consejo de la UE. Es raro porque, para empezar, no es un político, dirige un Gobierno técnico neutral y, como es obvio, no pertenece al PPE. Nunca ha ido a esos encuentros alguien ajeno a la 'familia' conservadora.
Fue una idea de Wilfred Martens, el presidente de la organización que agrupa a todas las formaciones de centroderecha europeas, del PP español a la CDU de Angela Merkel. Martens invitó a Monti para explicar la situación en Italia y su renuncia. Cuando entró a la comida, según testigos, todo el mundo se quedó de piedra. Pero tras formarse una fila de ruegos y elogios, salió prácticamente investido como candidato a las elecciones italianas, con un «apoyo masivo» a su labor, según palabras de Martens. Berlusconi volvió a repetir su oferta delante de todo el mundo, lo que confirma que quizá esté buscando ahora una salida de emergencia ante el batacazo que le auguran los sondeos. Monti no dio ninguna respuesta, solo agradeció el apoyo. Solo resolverá el enigma la semana que viene, cuando formalice su dimisión.
Una encerrona
La cita ya era interesante porque se planteaba como una encerrona a Berlusconi para echarle la bronca, en medio de una gran preocupación por el futuro de Italia y tras días de fuertes críticas desde Europa al magnate por sus frases contra el euro y Alemania. Era la otra cara de la moneda: mientras el PPE ensalza a Monti, eclipsa y desdeña a 'Il Cavaliere', cuyo partido es miembro del club desde 1999, pero tras cinco años de espera. El jefe del grupo europarlamentario del PPE, Joseph Daul, que ha llegado a hablar de una expulsión de Berlusconi, volvió a ser duro: «Estamos unidos contra todas las formas de populismo y las posiciones antieuropeístas. No estamos con quienes no dicen la verdad a sus ciudadanos esperando votos a cambio de vanas promesas». A Berlusconi sus colegas europeos, que siempre le han soportado diplomáticamente, nunca se lo han dicho tan claro. Su versión al salir, por supuesto, era distinta: «Me han mimado todos, ninguna frialdad, están preocupados por un regreso de la izquierda en Italia».
Algunas fuentes afirmaron que la propia Angela Merkel habría pedido a Mario Monti que acuda a los comicios, pero fueron desmentidas. Aunque el día antes ya le había mostrado su apoyo. En cualquier caso, aunque oficialmente nadie se lo pidió, para evitar una intromisión en los asuntos italianos, el clima era ése. «Ha quedado claro que al PPE le gustaría que Monti se presentara», dijo el eurodiputado alemán Elmar Brok, y se recibieron «sensaciones positivas» al respecto. Como en los últimos días, la jornada fue una cascada de declaraciones a favor de Monti, incluido el Fondo Monetario Internacional (FMI). El propio presidente de la Comisión, Jose Manuel Durao Barroso, desveló ayer que llamó el miércoles a Berlusconi para recordarle «la importancia de tener estabilidad en Italia».
Entretanto en Italia la Liga Norte, socio histórico de Berlusconi y clave en la alianza que pretende poner en pie, volvió a desmarcarse: «¿Un gran mogollón guiado por Monti, el del récord mundial de impuestos? No gracias», escribió su líder, Roberto Maroni, en Twitter. Desde luego se antoja imposible unir en las mismas siglas a Monti con la Liga Norte, pero solo es uno más de los numerosos obstáculos que tiene la repentina ocurrencia de Berlusconi. Italia sigue esperando que entre todos se aclaren un poco.