opinión

No es un buen momento

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Los estudiantes de ingeniería revientan un acto para reclamar a la Junta que termine su escuela, los jueces y fiscales abandonan sus tribunales para salir a la calle a mostrar su rechazo a las nuevas medidas propuestas por el ministro de Justicia, los trabajadores de Navantia, un día sí y otro también, ocupan el puente con el fin de conseguir que alguien les dé una solución y les consiga carga de trabajo.

Además, el sindicato CC OO, uno de los más beligerantes contra la reforma laboral del Gobierno de Rajoy, pone en práctica el modelo más duro, ofreciendo a sus trabajadores una salida en pésimas condiciones y una rebaja salarial para los que ‘se libran’ de casi el 15%.

Esta podría ser una buena radiografía de la semana gaditana, de cómo estamos viviendo actualmente nuestro día a día los que compartimos estos metros cuadrados de tierra. Y eso que he dejado fuera, la expulsión de una niña de 9 años de su colegio, La Salle Mirandilla, tras llegar, cinco años tarde, la resolución del TSJA en el que afirma que la matriculación cautelar de la pequeña es eso, cautelar, y que no tienen ninguna intención de hacerla definitiva. Con esto obligan a una niña a dejar el curso a la mitad, abandonar a sus compañeros, sus rutinas y a empezar de nuevo en un nuevo centro.

Esta exposición de los hechos viene porque tras conocerse ayer que se ha colocado una pantalla gigante en San Juan de Dios para conectarse en directo con Cartagena de Indias, me pregunto ¿qué le vamos a contar al que se encuentre al otro lado?

Como iniciativa puede resultar curiosa pasarse por delante y coincidir con personas que se encuentren en la otra punta del mundo, al mismo tiempo. Algo así como un Skype gigante en medio de la calle. Pero, insisto, y si nos preguntan qué tal nos va en esta ciudad que se ha convertido en el centro de las miradas durante el Bicentenario, ¿qué vamos a contestar?

Bueno, cada uno sabrá qué decir, dicen que hasta hay alguien que ya ha intentado buscar pareja en el proceso, quizá para evitar preguntas incómodas. Sea como sea, una cosa está clara y es que seguiremos sobreviviendo.