La zona euro dará al BCE el control de sus grandes bancos en 2014
Supervisará las 200 mayores entidades del bloque, entre ellas casi la todo del sector español, pero no las cajas regionales alemanas
BRUSELAS.Actualizado:El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, decía esta semana al recibir el Nobel de la Paz que la UE debía «merecerse» el premio con su trabajo diario. Aunque con muchos matices, los Veintisiete demostraron ayer que al menos se esfuerzan para apuntalar el futuro del euro. En una decisión histórica, los socios acordaron la puesta en marcha de la unión bancaria en marzo de 2014, lo que obligará a transferir al BCE la supervisión de la gran banca instalada en la moneda única. En paralelo, el bloque se dotó de una nueva brújula para no volver a perder el rumbo. La idea del presupuesto de la zona euro sigue viva, pero se apostará ante todo por un control compartido de las cuentas públicas.
Los Veintisiete celebraron en Bruselas la primera jornada de una de las cumbres más distendidas del año. Acostumbrados a negociar hasta el límite bajo la presión de los mercados, ayer se notaba que los deberes se habían hecho con antelación. Apenas unas horas antes de que arrancara la cita, los ministros de Economía cerraron un acuerdo sobre la unión bancaria, el punto esencial de la agenda y el gran reto de los últimos meses para recuperar la credibilidad frente a los mercados. Los titulares de Finanzas pasaron una nueva noche en blanco en la mesa de negociaciones, pero amanecieron con un pacto muy a la medida de Alemania.
El compromiso, que estará plenamente en vigor en cuanto lo apruebe la Eurocámara, entrega al BCE el control de la gran banca de la zona euro. Convertido en el nuevo supervisor centralizado del bloque, el banco central vigilará desde 2014 a todas las entidades con unos activos superiores a los 30.000 millones. En total, serán unas 200 firmas de las alrededor de 6.000 que operan en territorio europeo. También quedarán bajo la jurisdicción del eurobanco, que colaborará estrechamente con las autoridades nacionales, las entidades que hayan recibido ayudas comunitarias y las tres más potentes de cada país independientemente de su tamaño.
Pese al listado de requisitos, Alemania consiguió imponer sus tesis. En un intento por otorgar todavía mayor solidez a la unión bancaria, Francia, Italia y España presionaron para que el BCE vigilara a todas las entidades sin excepción, pero Berlín trazó una línea roja que ha quedado grabada en la legislación. Gracias al límite de los 30.000 millones, casi la totalidad de su banca regional quedará en manos del supervisor nacional. Según el 'Frankfurter Allgemeine Zeitung', 30 firmas crediticias alemanas pasarán a depender del banco central, que contará con potestad para retirar licencias, aprobar fusiones e incluso validar la designación de directivos.
Campañas publicitarias
Las entidades regionales germanas llevaban meses exigiendo al Gobierno de Angela Merkel que su control debía seguir en casa. Con fuertes campañas publicitarias en los periódicos, insistían en mantener el modelo actual pese a que desde que estalló la crisis se ha puesto en duda su solvencia en muchas ocasiones. Con una vinculación muy local, las cajas teutonas albergan el 42% de los depósitos y conceden una proporción similar de los créditos a las empresas. Berlín hizo suyo el planteamiento y ha conseguido que apenas un puñado de sus 2.000 bancos se pongan a las órdenes del organismo europeo. Entre ellos, sin embargo, se encuentran firmas de la talla de Deutsche Bank y Commerzbank.
El impacto del supervisor en Alemania contrasta con la fortaleza que tendrá en España, donde casi todo el sector quedará bajo su paraguas. Dado el tamaño de las entidades tras las sucesivas fusiones, el 95% del negocio será vigilado desde Fráncfort. Pese a las exigencias de Alemania, sus entidades regionales no esquivarán del todo al BCE. En caso de que el eurobanco huela problemas, también podrá intervenir aunque las firmas no estén bajo su mandato directo. En una jornada con muchas declaraciones de satisfacción, Merkel aplaudió el acuerdo logrado. «Este coraje para lograr cambios es lo que necesitamos», proclamó convencida de que la UE «ha hecho mucho» para salir de la crisis.
Con la mayor parte del trabajo hecho, los socios dedicaron buena parte de la cumbre a analizar la propuesta del presidente de la UE, Herman Van Rompuy, sobre el camino a seguir por la zona euro. Este libro de ruta persigue evitar nuevas parálisis en la construcción europea que puedan infundir dudas a los mercados. La idea se planteó con una gran ambición, pero de momento se ha apostado por rematar el trabajo que ya está en marcha y dejar para más adelante proyectos mucho más complejos como el presupuesto de la zona euro. Ante esta situación, lo que se puede esperar de 2013 son más esfuerzos para garantizar el rigor presupuestario y medidas para que no se afloje con las reformas.
Los Veintisiete acordaron otorgar una «prioridad inmediata» a la nueva legislación para reforzar el Pacto de Estabilidad. Esta normativa obligará a los socios a consultar con Bruselas las grandes decisiones en materia económica. Además, tendrán que enviar sus presupuestos a la Comisión antes de su aprobación para que no se produzcan desviaciones con el déficit.