El peligro de Silvio Berlusconi está en el 'Ohio italiano'
Con el sistema de voto que ideó en 2005, le basta ganar en Lombardía y Véneto para reventar la gobernabilidad
ROMA. Actualizado: GuardarSe puede lamentar hoy no haber rematado a Berlusconi hace un año, cuando cayó su Gobierno, con unas elecciones en caliente que habrían acabado de echarle, pero la emergencia de una prima de riesgo descontrolada no daba tiempo para nada y se optó por colocar a Mario Monti. El parche del Ejecutivo técnico ha funcionado trece meses, el problema es que Berlusconi vuelve a resurgir. Es capaz de cualquier cosa con tal de evitar la cárcel y salvar sus negocios, sus principales móviles desde que entró en política en 1994, y una vez más puede estar en condiciones de hacerlo. Por eso hay tantos nervios en Europa.
Sí, está hundido en los sondeos en un 12%-14%, pero le puede bastar, porque su efecto venenoso en la democracia italiana sigue circulando a través del sistema electoral vigente que impuso en 2005. Es una «cerdada» ('porcata'), como fue bautizado sin rodeos por su inventor, su aliado de la Liga Norte Roberto Calderoli. Su único fin es evitar que sus rivales puedan gobernar. La trampa sigue activa y puede dejar sin mayoría en el Senado al ganador de los comicios. Según los sondeos, sería el Partido Demócrata (PD) de centroizquierda de Pierluigi Bersani. Así Berlusconi podría ejercer su poder de chantaje y vender su apoyo a cambio de frenar o aprobar las leyes que le interesen, pensando en sus procesos y sus televisiones.
La clave de la 'porcata' está en dos regiones decisivas, una especie de Ohio -en referencia al Estado que suele decidir las elecciones en EE UU- a la italiana, de las que depende la mayoría en el Senado: Lombardía, cuya capital es Milán, y Véneto, con capital en Venecia. En la noche electoral todos los ojos estarán allí, aunque Bersani arrase en todo el país. En la Cámara de Diputados es fácil obtener la mayoría absoluta, pues el partido más votado logra un 'premio' de escaños que se la regalan. Pero en el Senado se asigna a nivel regional. Hay que ganar en cada una de las 17 regiones, y sobre todo en las más grandes, para conseguir una mayoría suficiente. Berlusconi pensó este sistema en 2005, sabiendo que perdería, para arruinar el triunfo de Romano Prodi en 2006. Efectivamente, la coalición de centroizquierda ganó en 11 regiones y perdió en 7. Sacó una ventaja de solo tres escaños en el Senado. Prodi vivió al borde del colapso año y medio, hasta que perdió la mayoría. Entre otras cosas porque Berlusconi se puso a comprar senadores. En 2008, 'Il Cavaliere' volvió a ganar holgadamente, y le bastó imponerse en 12 regiones, las más grandes.
La situación actual es tan convulsa que complica aún más la victoria, porque no hay solo dos protagonistas, Berlusconi y Bersani en un escenario bipolar, sino que ha irrumpido el movimiento de protesta del cómico Beppe Grillo, segunda formación en los sondeos, y puede cobrar peso una alianza de centro de Monti, o bendecida por él. Así las fuerzas principales suben a cuatro. Ganar en todas partes se hace muy arduo, y en caso de fragmentación la única salida viable sería una alianza de PD y centro, de ahí las posibilidades de Monti de volver a escena. Pero a Berlusconi todo esto le da igual, porque no aspira a vencer, sino a fastidiar al vencedor. Le basta con ganar en su feudo histórico, Lombardía, y unirse de nuevo a la Liga Norte en su territorio de referencia, Véneto. Por eso trabaja para resucitar su alianza con el partido secesionista de Bossi, ahora defenestrado por corrupción y sustituido por Roberto Maroni. Es un pacto de cadáveres políticos que se revuelven en la tumba.
La incógnita de Sicilia
Un cálculo del politólogo Roberto D'Alimonte en el diario 'Il Sole 24 Ore', que está en boca de todos, señala que Bersani, para gobernar tranquilo, debería ganar como mínimo en todas las regiones y «perder bien» en Lombardía y Véneto. Es decir, ser el segundo partido y llevarse todos los escaños restantes, sin que las siguientes formaciones superen el 8% necesario para acceder al reparto. El PD podría permitirse incluso ser segundo en Sicilia, otra región decisiva, pero siempre siguiendo este esquema.
Sin embargo, perder y tener que repartir en estas regiones los escaños sobrantes con otras fuerzas, y es en realidad el escenario más plausible, dejaría a Bersani por debajo de la mayoría absoluta en el Senado. Sicilia es una incógnita, porque acaba de celebrar sus elecciones regionales en octubre y el partido más votado fue el de Grillo, con un 18%. El PD ganó en coalición con otras fuerzas, pero con un gran bajón de votos, y el PDL de Berlusconi se hundió.
La prioridad de 'Il Cavaliere' es recuperar su electorado en Milán y alrededores, donde perdió las municipales en mayo de 2011. Ganó un candidato de extrema izquierda, Giuliano Pisapia, algo impensable en la capital del norte burgués, industrial y financiero. Fue la señal definitiva del declive del magnate.