Una boda en tres actos
Actualizado: GuardarDramatis Personae:Inma y Javier; los novios. Maribel Peinado; alcaldesa de Puerto Real. Mario Monti; jubilati. Jueces de Chiclana; jueces de Chiclana de la Frontera.
Primer Acto: Se abre el telón. Entran los novios en el salón de plenos del Ayuntamiento rosa de Puerto Real. El novio, impecable; la novia, deslumbrante. Nunca hubo concejales más felices sentados en ese lugar. La madera abrillantada, el pendón del frontispicio impresionaba. Aparece una mujer atractiva, largo pelo y amplia sonrisa. La señora alcaldesa. Andalucista. Se llama Maribel Peinado y va a oficiar la boda. Desborda simpatía. Cuenta cómo se conocieron los novios, profesor y alumna, sus peleíllas, su enamoramiento. Da paso a la hermana de la novia: vellos de punta. Da paso al cuñado del novio: genial interpretación de una auditoría del matrimonio. Sube el padre del novio: tan emocionado que ni se le entendía. La Peinado es invitada al convite y va. No sabía de las naranjas y patatas. Puerto Real es un reducto de izquierdas en el post-barrosismo. Incautan cítricos y tubérculos. El veterinario municipal declara que hay que destruirlos. Vecinos del depósito graban a muchos salvando bolsones de cinco kilos de las garras de la destrucción. La fruta era mala para ser consumida por los pobres pero no por los funcionarios de la localidad más comunista de España. Maribel se despide de los novios y no se queda a los cócteles a bailar el gangnam style. Fin del primer acto.
Segundo Acto: Inma y Javier suben a un avión con destino a la única ciudad que en realidad es dos: Roma (y el Vaticano). Luna de miel. Van a ver el Coliseo. Entran por una puerta, presidente Monti. Salen por la otra, presidente Berlusconi. Inma y Javier desconocen la caída de los mercados italiano y español. Son jóvenes y están enamorados. Fin del segundo acto.
Tercer Acto: Inma vuelve del viaje demasiado corto y se encuentra la mesa del despacho repleta de notificaciones. Hay tantas que casi no la encuentra. Le han dicho que estaba allí, la mesa. Lleva fuera de España dos semanas y no se ha enterado de que los jueces de Chiclana se han reunido en consejo de jueces (desconozco si llevaban la toga con puñetas) y han acordado suspender las ejecuciones hipotecarias de los bancos. No es que lo hagan porque sea Navidad, sino porque somos europeos. O sea. Hasta que los tribunales europeos decidan si las cláusulas de los préstamos con garantía hipotecaria son abusivas, o sea nulas, o sea inexistentes. Contentos están los bancos (y las cajas). Que trinan. No es bonito ser el malo de la película y que encima ésta sea mala. Los jueces de Chiclana lo han bordado. Chapó. Inma y Javier no se han enterado de esta decisión judicial, así que seguirán pagando su hipoteca. (Menos mal, porque los felices novios viven en Puerto Real, donde los bancos aún desahucian y los funcionarios toman vitamina E). Fin del tercer acto.
Aplausos. Se baja el telón.