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Mario Monti pasea del brazo de su hija Federica por las calles de Milán. :: STEFANO PORTA / EFE
MUNDO

La dimisión de Monti acelera las elecciones en Italia para febrero

La renuncia por sorpresa del primer ministro hace sospechar que se presentará a las urnas y quita tiempo de campaña a Berlusconi

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ CORRESPONSAL
ROMA.Actualizado:

De aquí a dos meses, en febrero, Italia estará ante las urnas. El primer ministro, Mario Monti, que anunció su inminente dimisión la noche del sábado, ha imprimido por sorpresa un acelerón en la crisis de Gobierno abierta esta semana. Lo hace para no pasar por tonto y no hacerle el juego a Berlusconi. El anuncio del 'Il Cavaliere', el pasado miércoles, de que se presentará a las elecciones, seguido de su orden de retirar el apoyo al Ejecutivo y dejarle sin mayoría en el Parlamento, había puesto fin a la legislatura. Solo iba a seguir una prórroga controlada por él para aprobar los presupuestos y alguna ley que le interesara, mientras se prevé que en la calle entre en campaña en vena populista atacando a Monti, sus reformas, las subidas de impuestos e incluso el euro.

Se preveían elecciones anticipadas en marzo, un mes antes de lo establecido. Sin embargo regalarle tiempo al líder de la derecha era hacerle media campaña, basada en despellejar la línea del Gobierno. Por eso Monti, el técnico llegado hace poco más de un año para salvar al país del ataque de los mercados, se ha salido del guion y comunicó su intención de dimitir al presidente de la República, Giorgio Napolitano.

Aguantará solo para aprobar los presupuestos, antes de Navidad, y luego se marchará. No está dispuesto a perder tiempo en tácticas políticas, sobre todo por el peligro de que se dispare la prima de riesgo ante cualquier empantanamiento institucional. Es más, esperó al sábado para anunciar su decisión, con la Bolsa cerrada, pero habrá que ver cómo recibe hoy la noticia. En noviembre de 2011 fueron prácticamente los mercados los que echaron a Berlusconi, y la noticia de su regreso, rompiendo la baraja, ha recibido acusaciones de «irresponsabilidad» del resto de partidos. En teoría parece imposible que gane, pues se halla hundido en los sondeos con un 14% de los votos, más de veinte puntos menos de los obtenidos cuando venció en 2008. El primer partido sería el Partido Demócrata (PD), de Pierluigi Bersani, de centroizquierda, con más de un 30%, seguido por la gran sorpresa, el movimiento de protesta del cómico Beppe Grillo.

Un golpe bajo

«Yo no vuelvo para obtener una buena posición, vuelvo para ganar», dijo Berlusconi el mismo sábado por la mañana. Argumentó su decisión con los inverosímiles argumentos de siempre: «Vuelvo con desesperación, por sentido de responsabilidad».

Asegura que no ha encontrado en su partido nadie mejor, «aunque lo hemos buscado», y es el único que puede levantar los sondeos, parar a la izquierda y la línea seguida por Monti, «a las órdenes de una Europa germanocéntrica». A esa hora aún pensaba que contaba con tres meses de campaña, y por eso el anuncio de Monti fue recibido en su entorno como un golpe bajo. Se suponía que no debía inmiscuirse en la pelea política.

De aquí el rumor que crecía ayer: crece la sospecha de que Monti puede presentarse a las elecciones con una lista propia. Siempre lo ha negado, aunque sin presentarse sea ya el candidato de los democristianos de Pierferdinando Casini (UDC) y el nuevo partido liberal de centro del presidente de Ferrari, Luca Cordero de Montezemolo. Entre unos y otros quizá lleguen al 15%, que no garantiza nada, salvo que se beneficie de los juegos de alianzas en un escenario fragmentado.

Pero esto son cábalas en un escenario muy incierto, complicado por el hecho de que se vote con el mismo nefasto sistema electoral, bautizado directamente como 'cerdada', ideado en 2006 por Berlusconi para hacer ingobernable el triunfo de coaliciones. Mientras la mayoría en la Cámara de Diputados es fácil, con un premio de escaños al primer partido, en el Senado, de asignación regional, puede ser precaria.

Cambiarlo era una de las prioridades de este año de transición de Monti, pero los partidos no se han puesto de acuerdo. Cada uno barría para su casa y Berlusconi vetó in extremis el acuerdo final hace dos semanas.