el apunte

De tesoros ocultos

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La información que abre la edición de hoy de LA VOZ no debió escribirse nunca, no porque se ejerciera una censura profesional que en ese caso debiera ser reprochable, sino porque la evidencia que se pone de manifiesto no debería ser tal. No es comprensible que un destino turístico como la capital no ponga en valor como merece el importante patrimonio artístico que guarda en sus calles, en sus monumentos. Es muy probable, casi seguro, que muchos de los gaditanos que lean ese artículo descubran por primera vez que existen tres frescos del artista universal Francisco de Goya en el Oratorio de la Santa Cueva. Unos frescos que están considerados como la mejor expresión religiosa que salieron de los pinceles del genio aragonés. Y es solo un ejemplo de esos otros tesoros ocultos que guarda una ciudad trimilenaria, a la que se debe promocionar no solo por su buen clima y sus playas, sino porque también es un destino cultural.

Ese olvido generalizado no es más que una prueba de la falta de iniciativa, de defensa constructiva de un patrimonio colectivo, de poner en valor una ciudad que se merece mucho más que las letras ingeniosas que cada año le recitan por Carnaval. Y esto es cuestión de todos, desde las administraciones que se confiaron en que esta ciudad viviría permanentemente de las empresas estatales, de las oficinas y del sol y la playa y no buscaron explotar otras alternativas por si los planes fallaban, como ahora está ocurriendo; pasando por determinados empresarios locales, que cada nueva iniciativa que se anuncia la reciben con reticencias ante el miedo de la competencia y la pérdida de cierto monopolio; para terminar con la nula concienciación general que esta ciudad puede competir en primera división.

Los tesoros olvidados de Cádiz no pueden permanecer por más tiempo en esa situación. Ahora que siguen latiendo con fuerza los ecos de la Cumbre Iberoamericana, que fue un gran escaparate internacional que tuvo la capital por unos días, es el momento de aprovechar el tirón. De sacar todo ese potencial que sigue durmiendo en las casapuertas. No todo es cuestión de dinero, también son necesarias las ideas y una buena gestión.