Kate Middleton, sonriente, en una foto de archivo. :: TOBY MELVILLE / REUTERS
MUNDO

Una broma y 33 horas infernales

Se suicida la enfermera de Kate Middleton a la que engañaron dos cómicos que se hicieron pasar por la reina de Inglaterra y su hijo

LONDRES. Actualizado: Guardar
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Esta es una noticia en la que interesa lo que no se conoce. Lo conocido es trágico y necio. Jacintha Saldanha, la enfermera oriunda de India que creyó que la reina Isabel II y su hijo, el príncipe Carlos, la llamaban a las 5.30 de la mañana del jueves para interesarse por el estado de salud de Kate Middleton, ingresada en un hospital de Londres por los vómitos y mareos que le han causado su embarazo, se suicidó ayer.

Horas después supo que sus interlocutores en realidad eran dos cómicos de una radio australiana. La voz de esta enfermera creyéndose el engaño y la de su colega a la que pasó la llamada, explicando que Catalina había recibido fluidos contra su deshidratación y que estaba pasando una buena noche, las convirtieron en dos mujeres ingenuas que provocaban risas en medios de todo el mundo.

Personal del hospital Eduardo VII explicó ayer que Saldanha, de 46 años, madre de dos hijos, estupenda enfermera, según sus jefes, se sintió en las horas siguientes «sola y confusa». Con esos dos adjetivos hay que imaginar cómo fue su vida en las 33 horas transcurridas entre la recepción de la llamada y el hallazgo, ayer, de su cadáver en un anexo del hospital.

Se puede imaginar que alguien tan inocente que toma el habla de dos australianos por la elocución inglesa de su soberana y del príncipe de Gales, de alguien que cree que ambos llaman a la centralita de un hospital de madrugada para pedir la información que podrían obtener de su nieto e hijo, contó emocionada a su familia, a sus amigos, que había hablado aquella mañana con la reina de Inglaterra.

Y que, después, al descubrir que todo era una broma y que ella era su víctima, sintió la vergüenza sin límites de quien tiene un exagerado sentido del ridículo. Posiblemente habrá otros factores en el suicidio de Saldanha, pero esos parecen seguros si se cree a los directivos del hospital, que no tenían ayer ningún motivo para mentir cuando dijeron que no habían reñido a la enfermera ni pensaban sancionarla de ninguna manera.

Aunque los datos en la noche de ayer eran escasos, Saldanha y su pareja, Benedict Barboza, procedían del estado de Karnataka, en India. Era comentario común en Londres, al conocerse la broma, que había sido posible porque un hospital británico es hoy una ONU de la medicina, con médicos y enfermeros de muy diversos países.

Un inglés con dos luces habría detectado inmediatamente lo que los cómicos describieron como «la broma más fácil del mundo». La radio ha apartado de su programa a los impostores. Se especula ya sobre posibles acciones legales. Las chanzas universales del jueves se transformaron en condenas morales implacables. Pero nada de eso parece tan interesante como averiguar cómo se entiende el humor en Karnataka. ¿Habrá allí una idea del honor o del servicio a los reyes o a los enfermos que Jacintha Saldanha quebró de manera irremediable?