ESPAÑA

Rajoy cierra la puerta a cambiar el modelo territorial de la Constitución

Rubalcaba añade a la apuesta federalista blindar la sanidad como un derecho fundamental en la Carta Magna

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Mariano Rajoy lo tiene claro. No piensa permitir que se abra el melón de la reforma constitucional y menos para cambiar el modelo de organización territorial del Estado. No piensa ceder ni a los desafíos soberanistas, con Cataluña en la punta de lanza, ni a otros intentos de reforma intermedios como la propuesta federalista del PSOE.

«La Constitución está plenamente vigente» y «es un marco que debe conservarse para muchísimos años», aseguró ayer, a su llegada al Senado, donde celebró, por primera vez como presidente del Gobierno, el 34 cumpleaños de la Carta Magna, texto que reivindicó en su integridad como punto de consenso y encuentro de la «inmensa mayoría de los españoles».

Ya en los 'corrillos' que se forman durante la recepción oficial con las altas autoridades del Estado, el jefe del Ejecutivo, ante la insistencia de los periodistas, hizo un mero ejercicio teórico y explicó que para abordar una reforma constitucional -como las dos parciales realizadas desde 1978- se deben dar tres condiciones «indispensables». Tener claro el objetivo de la reforma, alcanzar un consenso «máximo» y abordarla en «el momento oportuno». Rajoy prefirió no contestar a la pregunta de si ahora se daban o no esas condiciones, pero, implícitamente, todos cuantos le escucharon entendieron que la respuesta era 'no'.

De hecho, la negativa a abrir este debate, que según demuestra el último barómetro del CIS ya ha trascendido de la esfera política a la calle, no es privativa de Rajoy sino una constante en los principales altos cargos populares.

El más directo fue el presidente del Congreso, Jesús Posada, que, durante su discurso institucional, dijo que, «en una etapa de dificultades no es, desde luego, el momento para plantear aventuras revisionistas de dudosos resultados ni para ahondar en las discrepancias, aunque existan». Sonó no ya a una desautorización radical de las aspiraciones nacionalistas sino, más bien, a una crítica directa a la propuesta federalista del PSOE.

La misma línea fue defendida por la número dos del PP, Dolores de Cospedal, para quien la Constitución está bien como está, ya que, entre otras virtudes, «es muy elástica y muy abierta para que nos podamos organizar de muy diversas maneras sin tener que recurrir a cambios». Cospedal aprovechó para mandar un recado a los nacionalistas, ausentes de la recepción oficial como en los últimos años. Aseguró que en la Carta Magna «no caben las aspiraciones soberanistas» y que, además, impide cualquier referendo de autodeterminación porque «la soberanía nacional reside en todo el pueblo español» y «todos los españoles somos los que tenemos que decidir sobre el futuro de nuestro país».

Los matices de Pío

El único dirigente popular que dejó entornada la puerta a una hipotética reforma constitucional fue el presidente del Senado, Pío García Escudero, quien como anfitrión del acto tuvo por primera vez derecho a discurso. Defendió la necesidad de alcanzar cuanto antes un consenso para convertir al Senado en una auténtica cámara de representación territorial, lo que llevaría aparejados cambios casi obligados en la Carta Magna.

La opinión de los socialistas la resumió Alfredo Pérez Rubalcaba en dos puntos. Primero. Sí que son partidarios de «adecuar» la Constitución «a los nuevos tiempos» si se da la condición indispensable de que el texto modificado tenga al menos el mismo grado de consenso que hace tres décadas. El secretario general del PSOE amplió ayer el campo de sus propuestas. Además de modificaciones en el modelo territorial reclamó blindar la sanidad pública y universal en España, que cree en peligro. Pidió su traslado del artículo 43 -un mero principio inspirador de la acción del Gobierno- a la sección primera del capítulo segundo, la de los derechos fundamentales, para que, como la educación pública, sea realidad obligada.

Segunda afirmación. Lo que hay que hacer con la Carta Magna es «cumplirla». Según Rubalcaba, este punto es incluso más importante que el primero. Es el principal lamento de los 'corrillos' socialistas, que denunciaron que Rajoy, con sus modificaciones legales y recortes en educación, sanidad, negociación colectiva, o servicios sociales está vaciando de contenido la Constitución. La dureza a la hora de juzgar la situación va desde «la ruptura del consenso constitucional» que ve José Antonio Griñán, presidente andaluz y el único de los socialistas presente en el acto, al «manoseo» de la Carta Magna que pide que pare ya la portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez.

Este argumento, pero elevado al cubo, es el que hizo que IU se negase, por segundo año, a acudir a la recepción. La Carta Magna, explicó Cayo Lara antes de marcharse, «está secuestrada» por la UE y los mercados. El coordinador federal dijo no entender cómo PP y PSOE se reúnen para brindar por un texto que cree que «violan» cada día. Lo mismo piensan el puñado de ciudadanos que, a la entrada del Senado, gritaron a los políticos «mentirosos» y «chorizos».