El 'Emperador' era agresivo «hasta con sus clientes»

Provienen de la misma región de China, Zhejiang, y en la mayoría de los casos son familia directa. Sin embargo, según desvelan las escuchas telefónicas policiales reflejadas en el sumario, la relación entre los cabecillas de la trama era, cuanto menos, complicada. Solo una cosa les mantuvo unidos, su temor al 'Emperador'.

Las conversaciones intervenidas entre varios de los imputados reflejan hasta qué punto las órdenes de Gao Ping debían ser cumplidas con exactitud. En una de estas, dos de sus lugartenientes califican a su superior de «muy agresivo, incluso con los clientes». En otra, el mismo jefe supremo de la banda avisa a su concuñado y mano derecha, Xia Haijun, de que no permitirá nunca que nadie le traicione. En una grabación posterior la esposa de este último, hermana de la mujer de Gao Ping, advierte a su marido de que 'El Emperador' le «devorará» si en algún momento hace algo que no le guste. Otro cuñado del 'Emperador', se queja de que «este no hace nada salvo dar órdenes esperando que los demás las lleven a cabo».

A partir de agosto de 2011 la Policía constata la decisión de Gao Ping de dedicar más tiempo a su afición por el arte y dejar en manos de su esposa, Lizhen Yang, el día a día de la organización, aunque la última palabra siempre es suya. Esta situación desplazó a Xia Haijun, que hizo patente el malestar hacia su cuñada ante varios colaboradores. 'La Emperatriz', que según la investigación mantiene una relación con Gao Ping «más cercana al ámbito personal que al sentimental», puso en marcha una política de ahorro que incluyó la obligación de que los miembros de la trama viajasen en turista o el cese del pago de las multas de circulación a los correos, algo que disgustó a los antiguos jerarcas.

La ralentización de los envíos de dinero a China tras asumir el poder 'La Emperatriz' no hizo sino acrecentar el malestar dentro de la organización, aunque nadie se atrevió a quejarse ante Gao Ping, quien dio carta blanca a su esposa. «Los empleados no tienen derecho a hablar, hay que seguir las órdenes», se lamentó Xia Haijun.