EL AMBIGÚ

EL CAPITAL

El director griego Costa-Gavras regresa a las pantallas a través de una película, que como el resto de su filmografía, muestra su compromiso político y social con la realidad

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Esta semana en las carteleras coinciden dos de los grandes del cine político y social. Ken Loach y Costa-Gavras. Mientras Loach, que estrenó hace unas semanas, en 'La parte de los ángeles' ha utilizado la comedia para seguir acercándose a los más desfavorecidos de la sociedad británica; Costa-Gavras ha estructurado un thriller financiero para narrar la falta de escrúpulos de algunos grandes banqueros para llevarnos a la situación que padecemos actualmente.

'El capital' muestra el vigor de este casi octogenario realizador greco-francés quién ha mantenido una línea coherente durante toda su carrera cinematográfica. Costa-Gavras se ha basado en la novela del mismo título de Stéphane Osmont para trazar un impecable retrato del delfín, en la ficción, del más poderoso banquero europeo. El joven Marc Tourneuil , interpretado por Gad Elmaleh, uno de los actores de moda del cine francés, es nombrado director de la entidad bancaria con el apoyo de su antiguo jefe. Poco a poco va controlando la oposición que tiene dentro de la multinacional bancaria y se hace con las riendas del banco, sin que le tiemble el pulso para echar a diez mil trabajadores con tal de hacer crecer el beneficio de los accionistas o especular, sabiendo que va a arruinar a millones de personas en todo el mundo.

'El capital' es una descripción real del poder de las entidades financieras y la ambición por poseer dinero sin detenerse ante nada ni ante nadie. Un magnate norteamericano Dittmar Regule, cuyo papel interpreta Gabriel Byrne, comenta: «Dicen que el dinero es un instrumento: No, es el amo».

Ese poder del dinero subyace en un mundo que se mueve por la avaricia y la falta de escrúpulos. Hay una fiesta por todo lo alto cuyo lema es algo así como 'tenemos derecho al lujo'. Los que van llevan vestidos de veinte mil euros y el aire displicente de tener más que el otro. Fuera, no existe la calle, ni los problemas de quienes no tienen trabajo y viven al límite. La novela 'El capital' fue publicada en 2004 y premonitoriamente se adelanta a los problemas que nos han llevado a la actual crisis económica mundial. Su autor, Stéphane Osmont conoce perfectamente el mundo financiero, porque lo vivió desde dentro. Ese conocimiento hace tan creíble el personaje de Marc y toda la estructura narrativa de la película.

Costa-Gavras, después de mirar al mundo de la inmigración en la fábula 'Edén al oeste', se ha detenido en los orígenes de la crisis que afecta a la sociedad mundial. No es extraño que este realizador no haya podido obviar y criticar esa avaricia sin límites de quiénes siguen enriqueciéndose a costa de los demás. Viendo su trayectoria, su cámara no ha temblado para relatarnos en 'Z' la represión en la Grecia de los coroneles; la falta de libertades en Checoslovaquia durante la influencia soviética ('La confesión'); la injerencia de Estados Unidos y la CIA, en particular, en la formación de regímenes militares en América Latina como fueron los casos de Uruguay ('Estado de sitio') y Chile ('Missing') o los exterminios decretados por los nazis en 'La caja de música' o 'Amén'.

Costa-Gavras es un cronista de nuestro tiempo que, a través del cine, ha denunciado de forma sistemática cualquier tipo de injusticia mostrando su compromiso político y social.

Como comentó en una entrevista, «los personajes de ficción son los depositarios de nuestras verdades» y Marc Tourneuil el protagonista de 'El capital' representa todo ese mundo en el que el dinero es la única verdad. Como se define en una reunión con los principales accionistas; «Soy vuestro Robin Hood moderno. Les quitaré a los pobres para dárselo a los ricos».