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Peña Nieto jura el cargo entre protestas

El mandatario promete transformar el país y pide consenso para hacer realidad sus «grandes retos»

MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO CORRESPONSAL
LA HABANA.Actualizado:

La pulcritud y solemnidad de las ceremonias de traspaso de poderes en México chocaron ayer con los fuertes disturbios que se registraron en las calles de su capital. El nuevo presidente, Enrique Peña Nieto, y sus ministros asumieron un mandato repleto de retos para los que dijo necesitar el consenso. Algo que se prevé difícil, más aún después de ver las masivas protestas de los jóvenes indignados del movimiento 'YoSoy132' en las inmediaciones del Parlamento azteca.

El juramento de Peña Nieto fue un involuntario reflejo de lo que se vivía en los aledaños del palacio legislativo del Distrito Federal. «Protesto (sic) guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos», se confundió. Y es que la ceremonia reflejó claramente la fractura abierta entre el ahora gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el saliente Partido Acción Nacional (PAN). Mientras los primeros vitoreaban a su nuevo líder, los opositores silbaban.

3.000 manifestantes protestaban fuera del Parlamento por el cambio en el poder y algunos de ellos intentaron vencer las enormes medidas de seguridad desplegadas. Finalmente fueron dispersados con balas de goma y cañones de agua.

En su primer discurso ante la nación -que duró alrededor de 50 minutos-, Enrique Peña Nieto anunció una serie de reformas necesarias para luchar contra la pobreza, impulsar las inversiones y controlar el gasto público. Entre esas trece medidas destaca la creación de un programa nacional para combatir la ola de inseguridad. A diferencia de Felipe Calderón, su predecesor, sostuvo que «el delito no se combate con la fuerza». «México exige vivir en paz», subrayó y para ello prometió posicionarse siempre al lado de las víctimas y sus familiares.

En el Palacio Nacional de la céntrica plaza de Zócalo y ante unos 1.500 invitados -entre los que se encontraba el Príncipe Felipe y el vicepresidente de EE UU, Joe Biden- se comprometió a combatir la pobreza «con el objetivo crear una sociedad de clase media». Para ello apostó por lograr un crecimiento económico sólido y sostenible promoviendo «una economía formal» y aumentar la inversión en infraestructuras. Su idea es conseguir un déficit cero en el presupuesto del próximo año y ha diseñado un austero programa para reducir de forma vigorosa el gasto gubernamental.

En este trayecto estará acompañado por hombres y mujeres de su máxima confianza. Su Ejecutivo combina viejos conocidos de la política azteca -Pedro Joaquín Coldwell, nuevo responsable de Economía, y Emilio Chuayffet, que tomará las riendas de la Educación Nacional-, antiguos colaboradores de Peña Nieto en el Gobierno estatal de México e importantes colaboradores de su campaña electoral.

Batalla a la pobreza

Nada más asumir el cargo, el nuevo presidente tomó las primeras trece decisiones. Destacó la unificación de los 33 códigos penales estatales (territoriales) existentes, que permitía que los delincuentes fuesen castigados de distinta manera según en donde habían cometido el crimen. Reiteró que en el próximo sexenio batallará contra la pobreza y, entre otras medidas, tiene pensado crear un sistema de seguridad social universal para que los mayores de 65 años reciban una pensión.

Su propuesta más aplaudida fue el anuncio de una profunda reforma educativa que contemple el acceso al magisterio por méritos en lugar de las «plazas vitalicias y hereditarias», como se venía realizando hasta ahora.

En 2018, cuando concluya su mandato, se sabrá si la historia tiene final de cuento de hadas.