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Visitantes en el mirador flotante del Gran Cañón / Archivo
ciencia

Más arrugas para el Cañón del Colorado

Una investigación concluye que la actual formación de este accidente geográfico tiene 70 millones de años de antigüedad, frente a los 5 millones de años que se creía

D. ROLDÁN / A. SOTO
MADRIDActualizado:

La clave estaba en la apatita. Este mineral suele tener un bonito color verdoso, aparece también en el esmalte de los dientes y en los huesos, es el principal mineral de los huesos y es imprescindible en la fabricación de abono mineral. Pues este mineral ha sido la llave básica para determinar que el Gran Cañón del Colorado, en su actual configuración, es bastante más viejo de lo que los científicos habían determinado hasta la fecha. Un nuevo estudio de la Universidad de Colorado y del Instituto de Tecnología de California ha determinado que este accidente geográfico tiene unos cuantos añitos más. Hasta el momento, las estimaciones fijaban su actual ‘look’ en una antigüedad de entre 5 a 6 millones de años. Ahora, hay que sumarle otros 60 millones de años.

Las científicas Rebbeca Flowers y Kenneth Farley han dirigido este trabajo que ha determinado este envejecimiento prematuro. Las pesquisas comenzaron en 2005 y sus conclusiones se publican este mes en la revista ‘Science’. Las investigadoras fijaron su campo de trabajo en las zonas este y oeste de esta maravilla natural, es decir, en los dos extremos del río Colorado que lo atraviesa. En estos lugares aplicaron una técnica llamada 4He/3He termocronometría. Este trabajo consiste en irradiar los granos de apatita con estos dos tipos de helios, que se diferencian en que uno tiene dos protones y un neutrón (el 3) y el otro está formado por dos de cada (el 4) y es el más común. «El helio se conserva o se pierde en función de las temperaturas en las rocas», comenta la doctora Flowers, que inició las pesquisas en la zona oriental del Gran Cañón.

Esta línea de trabajo de la termocronometría implica que la cantidad de uno en relación con el otro revelan la edad de una roca o un glaciar donde también se ha aplicado este proceso. Así, las rocas calientes de la corteza terrestre (cuyo espesor puede llegar hasta los 40 kilómetros) pierde su suministro del isótopo radiactivo 4He debido a la difusión y a la profundidad. Sin embargo, cuando esas rocas están más cerca de la superficie terrestre y se enfrían, el 4He se acumula en vez de filtrarse. Entonces, la cantidad de 4He en relación a su primo, el helio 3, refleja el tiempo desde su enfriamiento. «Nuestros datos registran esta historia de enfriamiento», comenta a través del correo electrónico la doctora de la Universidad de Colorado.

Cuando Flowers y Farley tuvieron sus datos en el lado más joven del Gran Cañón a través de varias muestras de enfriamiento consistente, se fueron al otro lado del río para comprobar su teoría. Las dos investigadoras aplicaron este mismo modelo. Entonces comprobaron que en el cañón occidental experimentó un enfriamiento más antiguo, cuando la erosión esculpió el cañón casi hasta sus profundidades modernas hace unos 70 millones de años.

Lento proceso

Hasta que el Gran Cañón del Colorado tuvo el actual aspecto, tuvo que pasar un auténtico ‘calvario’ por culpa del paso de los años. Este Patrimonio de la Humanidad comenzó a fraguarse por culpa del choque de las placas tectónicas que crearon una meseta en el Medio Oeste americano. Por ahí comenzó a circular el río Colorado, que empezó a hacer una pequeña brecha en la planicie. Durante millones de años empezó, poco a poco, a crear el Gran Cañón del Colorado, que exhibe de forma clara varias capas sedimentarias de hasta 2.000 millones de años. Ahí se puede apreciar el paso de las diferentes épocas por las que ha vivido la Tierra.