opinión

El mesías desnudo

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Lo de Artur Mas ha sido como lo de Miss Nació Catalana, desnuda esta semana en la portada de ‘Interviú’ solo tapada con la senyera como una Madeleine a sueldo. Durante toda la campaña el President ha protagonizado un destape envuelto en la bandera, sin nada por debajo. Desde la orgía tricolor de la Diada, Mas fió su suerte al efecto simbólico de la estelada convirtiendo la campaña en una performance textil de masas, del show del 17:14 en el Camp Nou a la cartelería mesiánica investido de Moisés. Pero el recuento en las urnas ha sido como la escena de Buster Keaton en la que llama a las tropas para que le sigan, echa a correr lleno de entusiasmo y en un momento dado, al volverse, ve que está solo. Ahora dicen que «la euforia no se ha trasladado a las urnas», sin admitir que confundían su propia euforia con la realidad. Mas ha quedado, como Miss Nació Catalana, con el culo al aire.

El mesianismo de Mas ya era extravagante antes de las elecciones, pero después es histriónico. Tras convertir el 25-N en un plebiscito para lograr una «mayoría excepcional», no ganar seis escaños siquiera para frisar el mínimo sino desplomarse doce no admite lecturas balsámicas. En este país tan dado a las paradojas en las urnas él ya carga con el oximoron de su ‘triunfo desastroso’. Al modo de Chirac o Cascos, se lanzó al vacío como un Baumgartner visionario creyendo que el pueblo estaría abajo para recogerlo en masa. Pero los ciudadanos no han picado; y ante la perspectiva del millón de parados, la deuda de cincuenta mil millones, los recortes de ocho mil por hacer y la economía a ras de bono basura, han votado ‘primum vivere, deinde philosophare’. Sócrates le recomendaría la única salida digna de la cicuta. Por eso va a aferrarse a su proyecto secesionista de la consulta; sin ese cebo, solo le quedaría la dimisión. Mas, aunque se resista, ha liquidado el prestigio de su liderazgo. Incluso la prensa internacional enterraba su órdago con titulares menos piadosos que los diarios ultramontanos del ruedo ibérico. Seguirá mandando pero el sueño del Gran Timonel se ha convertido en una pesadilla. Descontadas las bases de CiU y de IC no independentistas, la aritmética del referéndum no cuadra. Y entretanto el centro de gravedad se ha desplazado hacia la extrema izquierda con Esquerra y CUP, con lo que se quedarán sin el apoyo de un empresariado ya muy escéptico. Por añadidura, en el Parlament se tensa el trincherismo nacionalismo españolista versuss nacionalismo catalanista. Ahí ha liquidado la condición necesaria para el liderazgo que enunciaba, en ‘Master and Commander’, el Capitán Jack Aubrey: inspirar respeto.