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ESPAÑA

El portazo de los socialistas deja a Artur Mas en manos de Esquerra

Jonqueras negociará un apoyo externo al Gobierno de CiU, pero exige fecha para la consulta y un giro en política económica

CRISTIAN REINO
MADRID.Actualizado:

Las puertas se le van cerrando a Artur Mas. Después de que el presidente de la Generalitat y Josep Antoni Duran Lleida descartaran la alianza con PP, tras una dura campaña que terminó por dinamitar los puentes entre CiU y los populares, el PSC se unió ayer a la lista de los que con seguridad no apoyarán al futuro Gobierno catalán.

Las opciones, por tanto, se reducen a ERC, que con sus 21 escaños estaría en disposición de asegurar estabilidad al Ejecutivo, pese a que su hipotética sociedad no sea del agrado de Unió -el partido minoritario de la coalición nacionalista- y de una parte del empresariado catalán, que piden moderación en un momento en que la economía catalana sigue en coma. La experiencia de los dos gobiernos tripartitos, en los que Esquerra hacía de oposición a la vez que dirigía consejerías, aún está reciente y son muchos los que recelan de una formación que tratará de radicalizar el discurso de Mas.

Sin embargo, la aritmética es la que es y, a día de hoy, ERC, la segunda fuerza en las elecciones del domingo, es la única sigla que ha afirmado que «no será un obstáculo para que Artur Mas sea presidente» y, en consecuencia, la estabilidad del futuro Gobierno depende de Esquerra. La negociación se prevé larga y dura. El presidente de la Generalitat aún tiene 40 días para convencer a unos y otros, pero de entrada los republicanos ya han puesto sus condiciones. Su intención es, en todo caso, garantizar la permanencia del Ejecutivo desde la oposición. «No hace falta entrar en el Govern», dijo ayer el líder de ERC, Oriol Junqueras, al tiempo que adelantó que «Mas será presidente. Es lo que toca». Puede sonar contradictorio, pero ERC no quiere quemarse en un Ejecutivo obligado a duros ajustes y que será poco popular.

El líder republicano, no obstante, no aclaró si apoyará o se abstendrá en la investidura. La cuestión es importante porque si Mas no sale elegido en primera votación, algo que solo sería posible con un voto favorable de ERC, PSC o PP, debería lograr que en la segunda vuelta se abstuviesen dos de esas tres formaciones. Junqueras se siente reforzado por las urnas y respaldó «un Gobierno fuerte siempre que haya los gestos adecuados» por parte de CiU y que ambas formaciones sean capaces de llegar a acuerdos en los «grandes temas» de país. Es decir, a cambio de ese apoyo, Esquerra exige un giro en las políticas económicas de CiU para hacerlas más sociales y, entre otras cuestiones, que se rebaje el tramo autonómico del IRPF, se suprima el euro por receta y se reinstaure el impuesto de sucesiones.

Las exigencias supondrían todo un quebradero de cabeza para el futuro consejero de Economía, que si opta por contentar a ERC tendrá complicado cumplir con los objetivos de déficit, lo que le enfrentará con el Ministerio de Hacienda y con los mercados, que cerrarán el grifo a Cataluña. Pero si se opone a ERC está abocado a un Gobierno en minoría y sin apoyos estables. El fantasma de las elecciones anticipadas sobrevolará todas las negociaciones de leyes o presupuestos.

La Generalitat pide realismo

Desde la Generalitat replicaron ayer a las exigencias de los republicanos que el pacto entre ambas formaciones deberá tener en cuenta las limitaciones económicas que viven las arcas públicas catalanas, abocadas a recortes muy severos. Pero CiU necesita un socio y, por eso, matizó que «todo» es negociable «menos la consulta». Es un mensaje para ERC, que también condiciona el pacto a que se fije una fecha concreta para el referéndum de autodeterminación, porque teme que CiU tenga la tentación de aparcar el proceso soberanista a la espera de que la economía mejore y se amplíe la mayoría social en favor de la independencia.

«Estamos dispuestos a hablar de todo, pero hay que hacer una consulta esta legislatura. Es el mandato más explícito del resultado electoral», dijo Francecs Homs, portavoz de la Generalitat. Homs también citó al PSC, al que CiU no quiere excluir entre los posibles aliados, aunque en esta ocasión fueron los propios socialistas los que se apearon del tren de Mas.

«No se dan las condiciones para poder llegar a un acuerdo», dijo el líder del PSC, Pere Navarro. Para el dirigente socialista, la agenda de CiU está en las antípodas de la suya, porque está basada en los recortes y la independencia. CiU, pese a todo, pretende iniciar conversaciones con el PSC, en parte porque ese es el deseo de los militantes de Unió, que prefieren esta alianza. En Convergencia, el socio mayoritario, se decantan por Esquerra, lo que podría abrir una grieta en la federación.

El liderazgo interno de Mas ya no es tan indiscutible como lo era hace una semana. Es lo que tienen los batacazos electorales, que siempre provocan divisiones en quienes los padecen. Pero sobre todo Mas está cuestionado por sus adversarios. Si el lunes fueron Iniciativa y Ciutadans los que le reclamaron que asuma la responsabilidad del fracaso electoral, ayer se sumaron PSC y PSOE. Pere Navarro y Elena Valenciano, respectivamente, dijeron que si ellos fueran Mas habrían «dimitido».

Su partida presupuestaria se ha visto reducida un 12% en los dos últimos años.

El recorte de 1.132 millones ha llevado al cierre total o parcial de hospitales o centros de salud.

Desde el pasado junio cada paciente debe abonar un euro en la farmacia por cada receta.

En 2011 se aprobó una tasa que grava la pernoctación hotelera en proporción al precio del establecimiento.

Los funcionarios han visto reducido su sueldo un 5%. En el caso de los interinos la rebaja fue del 15%.