Mejores que el sexo
Eso dice Madonna de los ‘manolos’, los zapatos por los que el canario Manolo Blahnik acaba de recibir el homenaje de los modistos británicos
MADRIDActualizado:Los ‘manolos’ son mejores que el sexo». La frase de Madonna se la han repetido tanto a Manolo Blahnik (Santa Cruz de La Palma, 1942) que hasta bromea con que debería ser su epitafio... aunque el zapatero de las ‘celebrities’ se ruborice cada vez que la escucha. El canario lleva mal los elogios porque su timidez le impide venderse demasiado mientras sus modelos cotizan al alza. De hecho, más que diseñador se confiesa un «técnico», y eso que sus exclusivas piezas acaparan las alfombras rojas de cualquier sarao, como ocurrió anoche en el londinense Hotel Savoy.
Coincidiendo con su 70 cumpleaños, el español de padre checo y madre canaria recibió el premio honorífico de la moda británica a toda su carrera. En 1974 fue el primer hombre en aparecer en la portada del ‘Vogue’ y desde entonces no ha parado de acaparar titulares y clientela de lo más selecta. Basta decir ‘manolos’ para que se sobreentienda que se habla de zapatos. Y eso que a su creador, el cariñoso ‘diminutivo’ le sonaba al principio a taberna y tasca de barrio. Empezaron a llevarlos Raquel Welch, Paloma Picasso, Jackie Kennedy, Diana de Gales... Aunque la serie ‘Sexo en Nueva York’ los situó como un objeto por el que toda ‘fashionista’ que se precie debe suspirar.
Porque para lucirlos hay que aflojar entre 400 y 3.000 euros. «Llévate mi bolso Fendi, mi anillo y mi reloj, pero por favor no te lleves mis ‘manolos’», le suplicaba Carrie Bradshaw a un ladrón que la quería descalzar en uno de los capítulos. Una serie de la que curiosamente Blahnik apenas ha visto unos cuantos episodios. Y eso que los zapatos azules que llevaba la protagonista cuando Mister Big le pedía matrimonio se encuentran siempre entre los más vendidos de la firma.
Blahnik prefiere devorar libros y películas, de donde saca parte de su inspiración para sus creaciones. Más de 12.000 modelos de los que conserva siempre un par de zapatos en su casa de Bath (norte de Inglaterra), un palacete del siglo XVIII en el que reside desde los años 80. Allí lo mismo aparecen bajo la mesa de la cocina que en una estantería. Todos bautizados con un nombre propio, algunos «muy a lo Pérez Galdós» –Tormento, Refugio o Misericordia–, como él mismo reconoce.
Obsesivo, neurótico, hiperactivo y solitario, el diseñador atesora una memoria privilegiada capaz de aprenderse en solo una noche todas las coplas de Jorge Manrique. Apenas duerme cinco horas diarias y su insomnio lo llena de arte, como le enseñó su madre mientras el pequeño se criaba en una plantación platanera canaria. Extremadamente culto, su padre quería que fuese diplomático y lo envió a Ginebra, pero una beca en las Naciones Unidas le disuadió de seguir los pasos que le esbozó su progenitor. Pasó entonces por París y terminó en Londres, donde comenzó su flirteo con la moda. Nunca se le había pasado por la cabeza diseñar. Como mucho recuerda que de pequeño jugaba a hacerle zapatos a sus mascotas con el papel de orillo que envolvía las chocolatinas.
«Universal y genial»
Su biógrafo, el periodista Colin McDowell, lo define como «una mezcla de escultor e ingeniero, puesto que sus zapatos son obras perfectas de la imaginación y la aeronáutica». Y el escritor Guillermo Cabrera Infante comparaba a este ‘gentleman’ de los pies a la cabeza con Lorca, Picasso y Almodóvar «por universal, genial y español». Sin embargo, sus creaciones no llegaron a España hasta 2005. Fue Naty Abascal la que por entonces convenció a este inseguro e introvertido diseñador de que era el momento de triunfar en su país. Ahora cuenta con dos establecimientos: uno en Barcelona y otro en Madrid. Precisamente en la capital no perdona un buen cocido o un largo paseo por las salas del Museo del Prado.
Casi 40 años después, sus creaciones generan adicción. ¡En Hollywood hay quien guarda hasta 500 pares! ¿Su secreto? Hechos a mano, cómodos y con detalles cuidadísimos que los convierten en pequeñas obras de arte gracias a telas antiguas, pieles y piedras semipreciosas. Hasta Lady Gaga los nombra en sus canciones y Kate Moss dio su ‘sí, quiero’ con uno de sus modelos. Aunque a Blahnik le hubiera encantado ponerle unos ‘manolos’ a Eugenia de Montijo, sí puede presumir que ha calzado a Letizia Ortiz... gracias a Jaime de Marichalar, que le obsequió su primer par como regalo de bodas. Pero no fueron con plataforma, ya que el zapatero las odia.
No en vano, si fuese mujer, el canario apostaría a la hora de vestir por los guantes y los sombreros antes que por los zapatos. Así no extraña que sus pies ofrezcan pocas sorpresas. Fanático de las zapatillas georgianas, esas que se observan en las pinturas de Goya, cuenta con más de una treintena en todos los colores. Eso sí, sus diseños masculinos los han lucido ya Mick Jagger o Brian Ferry. Y los que quedan. Porque a sus 70 años la jubilación no entra en sus planes.