Rajoy augura que los catalanes «no comprarán un billete a lo desconocido»
Mas pronostica que su sucesor «ya no podrá ser destruido por las cloacas del Estado» porque no dependerá de España
BARCELONA. Actualizado: GuardarA una semana para las elecciones, los cuarteles generales de los partidos se despertaron ayer con la publicación de cinco encuestas, cuyas conclusiones marcarán el sprint final de la campaña. Aunque existen diferencias en los resultados de los sondeos: hay puntos coincidentes: hoy por hoy CiU tiene complicada la mayoría absoluta y la segunda plaza se la pelearán en siete días y a cara de perro entre el PSC, PP y ERC.
Más o menos lo que venían diciendo las encuestas hasta la fecha, pero con una incógnita añadida, cuyo impacto no recogían los estudios de opinión: aún no se sabe cómo afectarán en los comicios del 25-N los presuntos casos de corrupción que vinculan a Artur Mas y a Jordi Pujol con la trama del Palau de la Música.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desembarcó por tercera vez en la campaña catalana. Una intervención muy esperada porque había ganas por saber qué diría en Gerona sobre las supuestas cuentas suizas de Mas y Pujol. Aunque en los días previos su partido fue muy crítico con este tema, Rajoy, fiel a su propio estilo, no dijo ni pío sobre este tema de candente actualidad. Ni una sola mención. En esta ocasión utilizó su tono más sereno e institucional, a diferencia de sus dos anteriores participaciones en la campaña (en Lérida y Tarragona) y en la visita que hizo en la precampaña a Barcelona, donde fue muy duro con Mas, al que acusó de cobarde y chantajista.
Y es que el PP está ante la oportunidad de su vida, ocupar la segunda posición en el podio electoral. De ahí que el líder insuflara moral a los suyos: «Vamos a tener el mejor resultado de la historia en Cataluña», dijo. Hay encuestas que así lo aseguran (El País y El Mundo), si bien hay otras que predicen caída (La Vanguardia y El Periódico) y una quinta (ABC) que prevé que los populares se quedarán como están (18 diputados de 135 que tiene el Parlament).
El PP, en cualquier caso, aprovechó el mitin de Gerona para apelar una vez más al voto útil, como única fuerza capaz de frenar el independentismo. Rajoy hizo un discurso muy centrado en el votante moderado, europeísta, que no quiere aventuras, que lo único que quiere es políticos responsables que saquen al país de la crisis y que «no generen más problemas y división». El PP se ha presentado a estas elecciones como el único capaz de garantizar la unidad de España y como el partido de todos los catalanes que se sienten a la vez españoles y que no quieren la independencia, desde los votantes del PSC hasta los simpatizantes más moderados de Unió, a los que no quieren romper con España ni desean tampoco la mayoría absoluta de CiU.
«La gente que vive en Cataluña no va a comprar un billete de tren a un destino desconocido sin billete de vuelta», espetó Rajoy. «Decir lo que dicen algunos, que lo importante es avanzar, aunque no se sepa hacia dónde ni con qué consecuencias es una irresponsabilidad», remató. Y concluyó el líder del Partido Popular: «Cataluña no puede volver a debates que no son propios del siglo XXI. Hoy ir a procesos de separación es ir contra lo que dice la historia, ir en dirección contraria, no tiene ningún sentido». El presidente del Gobierno culminará su participación en la campaña en el mitin de cierre, que el PP celebrará en Barcelona el viernes próximo.
Espadas en alto
De momento, y por lo visto en las encuestas dominicales, las espadas están en todo lo alto. Casi todo es posible: la mayoría absoluta de CiU, que se quede a tres o cuatro diputados o que retroceda respecto a 2010. Sin embargo, en lo que coinciden también todos los sondeos es en el despegue de ERC, que podría incluso llegar a doblar los 10 parlamentarios actuales. Ese crecimiento sería a costa de Solidaritat per la Independència, que desaparecería del Parlament, del PSC y también de los votantes más soberanistas de CiU, que temen que el día después de las elecciones Mas empiece a echar el freno. Por ello, y al calor de las informaciones periodísticas, ha ido radicalizando su discurso.
Se siente cómodo en el papel de víctima atacada, afirma que el proceso hacia el estado propio es irreversible y soltó un vaticinio muy contundente: él será el último presidente autonómico de Cataluña. «Espero que yo sea el último presidente de la Generalitat al que el Estado español intente destruir, porque al próximo ya no podrá intentarlo, pues ya no dependerá del Estado español», proclamó en el mitin central de campaña de CiU, en Barcelona. Mas insistió en alcanzar el estado propio a través de la consulta de autodeterminación y volvió atacar a las estructuras del Estado español por los casos de corrupción en los que se ve supuestamente implicado. «Qué valor tiene la democracia cuando se utilizan las cloacas del Estado para hundir la voz de un pueblo», planteó.