Tampa, la ciudad donde empezó todo
Jill Kelley reinaba en las relaciones sociales de una base militar con un impacto económico de 2.800 millones
Actualizado:«¿Jill Kelley? ¿Quién es?». El coronel retirado del Ejército de EE UU Jim Griffin dirige la delegación en Tampa de la Asociación americana de Oficiales y desarrolla su actividad en la base aérea de MacDill. Una de sus más penosas ocupaciones es confortar a los heridos que aún siguen llegando de Afganistán con terribles lesiones, explica el militar a la web The Daily Beast. Claro que a estos efectivos no los recibe Jill Kelley. Quizá por eso Griffin no la conoce. O será porque Kelley ha llegado a especializarse en generales.
A esta mujer de 37 años y familia de origen libanés se la presenta estos días como la reina de las relaciones sociales en una instalación militar de Florida que alberga el comando central estadounidense a cargo de Oriente Próximo y Medio y el Sureste asiático. La base emplea a 15.000 personas y tiene un impacto económico de 2.800 millones en la actividad de la ciudad. No es de extrañar entonces que Tampa se precie de mimar a los militares de MacDill. Y en este capítulo, los altos mandos y sus esposas siempre podían contar con Jill Kelley.
Que se lo digan al matrimonio Petraeus, que llegó en 2010 escoltado por una guardia de 28 motoristas a una fiesta en su honor, con cordero y costillas. «Impresionante», resumió el entonces general el éxito de organización de Jill. Y lo mismo con John Allen, investigado ahora por el FBI por haber cruzado con la organizadora de eventos entre 20.000 y 30.000 e-mail. Los defensores del militar dicen que no serían miles, solo cientos de correos. Y es que ambos eran... prolíficos. Él la llamaba «sweetheart», pero por ser un «caballero del sur» nacido en Virginia. Y los que pudieran preocuparse por una desatención de las complicadas tareas en Afganistán, sepan que Allen solo se sentaba al ordenador dos horas después de medianoche.