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El último tren iberoamericano
Tras siete años de espaldas a los países latinoamericanos, el Gobierno pretende relanzar las relaciones políticas y financieras España se juega en Cádiz su influencia sobre una de las zonas de mayor crecimiento del mundo
MADRID. Actualizado: GuardarEspaña se juega este fin de semana en la XXII Cumbre Iberoamericana, que se celebra en Cádiz, uno de sus últimos cartuchos para mantener o reforzar su ascendiente al otro lado del Atlántico. La crisis y una menor atención diplomática han mermado la influencia que tuvo años atrás en la región, tanto en lo político como en lo económico. El sombrío panorama que se cierne sobre la Península Ibérica contrasta con el de un continente con altas tasas de crecimiento y en el que, hasta el momento, los efectos de la recesión se han notado de refilón.
El Gobierno de Mariano Rajoy es consciente de que una de las áreas con mayor proyección del planeta se le escapa de las manos. Una situación, se justifican fuentes del Ejecutivo, heredada de la anterior administración socialista. Lo cierto es que los datos demuestran que la política de Rodríguez Zapatero hacia Latinoamérica no contó con la intensidad que le imprimieron sus antecesores en la Moncloa. Durante sus dos mandatos solo viajó en 17 ocasiones a la región, la mayoría para participar en cumbres iberoamericanas, y solo en siete ocasiones en viaje oficial, una cifra muy inferior a la de Felipe González o José María Aznar. Esta falta de interés llevó incluso a la supresión en 2006 de la Secretaría de Estado para Iberoamérica, resucitada por el PP hace ahora un año.
Pero el enfriamiento de las relaciones en los últimos tiempos no solo ha venido desde este lado del Atlántico. Los cambios de gobierno en Iberoamérica también han supuesto un freno a la presencia española. Los populismos de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia,Rafael Correa en Ecuador, y, en menor medida, de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina no han dudado en identificar a España con el viejo colonialismo, lo que se ha plasmado en un creciente rechazo de la población a todo aquello que provenga de la antigua metrópoli.
Esta pérdida de influencia de los últimos años se ha traducido en sonoros varapalos propinados por sus socios iberoamericanos. Los países suramericanos cerraron filas y dieron su apoyo masivo a Río de Janeiro frente a Madrid en la carrera por albergar los Juegos Olímpicos de 2016. La candidatura de Miguel Ángel Moratinos para dirigir la FAO no contó tampoco con el respaldo latinoamericano, a excepción de México. El cargo de este organismo de la ONU fue para el exministro brasileño José Graziano Da Silva.
Ante esta situación Jorge Moragas, jefe de Gabinete del presidente, pone en valor la resolución del Ejecutivo para recuperar el terreno perdido mediante un «compromiso tangible» que deje a un lado «la retórica de los tres años anteriores». A modo de ejemplo, y en contraposición a Zapatero, Moragas destaca que cuando aún no ha cumplido un año de mandato Mariano Rajoy ya ha mantenido encuentros con diez presidentes latinoamericanos y ha realizado dos giras por el continente, en las que ha visitado México, Colombia y Brasil, mientras que para enero tiene prevista otra a Chile.
Tercer inversor en 2011
En lo económico, América Latina también mira ahora hacia sí misma sin perder de vista las inversiones extranjeras. España sigue siendo la segunda economía de la Comunidad Iberoamericana, pero el empuje de Brasil, Argentina o México amenaza con marginar el papel de España en un continente en el que desde la década de los 90, y en apenas diez años, llegó a superar a Estados Unidos como principal inversor extranjero en la región. Entre 2000 y 2010, las empresas españolas destinaron a Latinoamérica 110.000 millones de dólares.
En 2011, la crisis y la aparición de nuevos actores en la región relegó la inversión española al tercer lugar, por detrás de Holanda y Estados Unidos. Y como una de las principales amenazas de futuro se sitúa China, que ya se ha consolidado como socio comercial preferente de Brasil y Chile. A la incipiente competencia país asiático se suman, Japón, Canadá, Reino Unido o Italia.
España, como Europa, se encuentra estancada mientras las economías de los países emergentes avanza a gran velocidad, y el área latinoamericana es una de las que más veloz lo hace. El Gobierno se jugará entre el viernes y el sábado quedarse descolgado o seguir marcando el ritmo en una comunidad a la que le unen lazos políticos, culturales y económicos cimentados durante siglos.