Nuestros ingenieros
Actualizado: GuardarYa sé que con la que está cayendo esta mañana lo más oportuno sería opinar sobre la Huelga General pero, como habrá grandes pensadores puestos en esa tarea, prefiero ocupar un rincón más modesto aunque esencial, desde mi punto de vista. Voy a intentar transmitir mi admiración por los cientos de alumnos de la Escuela Superior de Ingeniería que están logrando con su trabajo, su presión y su gran respeto conseguir que las administraciones, en este caso la universitaria y la Junta de Andalucía, reaccionen y solucionen un viejo problema. Que la Escuela Superior de Ingeniería (ESI) se cae a trozos, ya se sabe. Igual que se conoce el lamentable estado en el que se encuentra la estructura abandonada de la nueva escuela que se comenzó a construir cuando la Junta «ataba los perros con longaniza», como me decía hace unos días un técnico de la UCA. Pero hasta que los alumnos de la ESI no se han puesto en pie de guerra, todos escurrían el bulto. El lunes pasado pude asistir a una de sus asambleas y constaté con qué decisión y unión afrontan el problema estos jóvenes. No pude evitar hacer comparaciones con los universitarios de hace 20 años, y los de los años 90 salimos perdiendo. En toda mi carrera universitaria no vi ni una sola movilización tan bien organizada por los propios alumnos. Vi algunas dirigidas por el profesorado, y tampoco con mucho éxito. Me sorprendió comprobar cómo analizaban todas las informaciones, cuestionándose todo lo que se les dice, teniendo en cuenta quién es su interlocutor en todo momento. Esto, que puede parecer fácil al lector, no es habitual y mucho menos en jóvenes que no superan los 20 años. El lunes pasado volví a tener esperanzas. Hay que confiar en los jóvenes. Están muy bien formados, saben lo que quieren y, si no han gritado hasta ahora es porque no les ha hecho (afortunadamente) falta. Pero esto no quiere decir que estén en Babia. Los futuros ingenieros de Cádiz que, por cierto, se enfrentan a un oscuro futuro, se han organizado por grupos para trabajar, utilizan las nuevas formas de comunicación de forma totalmente natural, manejan los tiempos y conocen los medios de comunicación. Nunca ninguna generación de españoles estuvo tan bien preparada. Ahora solo hay que luchar para que no acaben en Alemania.