«Soy tan marginal y excéntrico como algunos de mis personajes»
Juan Manuel de Prada mezcla picaresca aventura e intriga en 'Me hallará la muerte', su regreso a la novela tras cinco años de silencio
Actualizado:«Me interesan los personajes excéntricos, los que se quedan al margen. Quizá porque yo mismo soy tan marginal, en ese sentido, como algunos de ellos». Lo dice Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) que tras cinco años de silencio narrativo regresa a la novela con otra historia de seres en la periferia de la convención y la norma. Ha recurrido a un verso del himno falangista 'Cara al sol' -«es muy poético y ya lo hizo Marsé con 'Si te dicen que caí'»- para titular una trepidante ficción que mezcla picaresca, aventura e intriga. Se mantiene fiel a un estilo entre culturalista y barroco que reivindica como «la respiración de mi escritura».
Antonio es el protagonista de 'Me hallará la muerte' (Destino), sexta novela del escritor. Es un inclusero y maleante de baja estofa que se verá obligado a enrolarse en la División Azul para quitarse de en medio «y convertirse en un superviviente nato». Salvará el pellejo combatiendo al comunismo a lado de los nazis, pero dará con sus huesos en el gulag estalinista. De vuelta a Madrid, usurpa la identidad de otro divisionario y entra en un mundo de los negocios podrido por la corrupción, la traición y el tráfico de influencias.
«La corrupción tiene siempre la misma cara. No ha cambiado mucho en seis décadas, de modo que hablando aquel tiempo abordo asuntos de candente actualidad», explica el escritor, ganador del premio Planeta en 1997 con 'La tempestad', del Primavera en 2003 por 'La vida invisible' y que se dio a conocer en con 'Coños' en 1995.
«Comienza como un novela picaresca en el Madrid de la primerísima posguerra, sobre el telón de fondo de un franquismo cambiante. Se convierte luego en una aventura extrema de supervivencia que discurre entre la guerra en Rusia y el gulag, para cerrarse con una intriga criminal muy negra en el Madrid de los cincuenta», resume. «El protagonista se irá encanallando con las circunstancias que le toca vivir y sucumbirá, con fatales consecuencias, al instinto de la avaricia». Es además «un fingidor, como lo somos todos». «Para sobrevivir en un mundo adverso hemos de embozarnos en la capa de la mentira, aunque a veces el fingimiento lleva a alguno a vivir en una constante representación, con el peligro de convertirse en un mentiroso profesional».
Para su autor la novela es también «una indagación de las consecuencias de nuestros actos; una reflexión moral sobre los medios y los fines y la posibilidad de que surja algo bueno y decente de un acción execrable». «Tiene más de episodio nacional que de 'Guerra y Paz'», concede el escritor, que ha indagado a fondo sobre la División Azul «poco tratada en nuestra literatura» y en «la poco y mal conocida España de los cincuenta». «El tópico la dibuja con trazo grueso y gris, como un erial cultural, cuando la realidad es que había una gran ebullición», asegura De Prada. «Se hizo el mejor cine del siglo pasado, y no solo con Berlanga y Bardem, que empezaban entonces. Ahí estaban Rafael Gil o Andrej Wajda, autores de un cine esplendoroso que se refleja la novela», dice.
A pesar de mirar de nuevo al pasado, De Prada cree que la narración está muy conectada con la actualidad. «Hable del siglo II antes de Cristo o de Marte, un escritor aborda siempre su tiempo y las cuestiones que le preocupan. Lo menos importante son las coordenadas temporales», plantea. «Abordo la corrupción, el aborto y otros temas de candente actualidad». «La cara de la corrupción y la traición no cambian con el tiempo», insiste. «Entonces se traicionó a los ideales, los falangistas, y hoy a los democráticos. Se pervierten en ambos casos para lograr otros fines y todo en un clima de corrupción moral y económica tan viciado ahora como entonces», sostiene.